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Esta fue la respuesta que di al artículo de un compañero, el cual anunciaba el final de su etapa como jugador. En su opinión, dentro de la Comunidad existe una analogía con el juego que nos sitúa en tesituras competitivas pudiendo enfrentarnos a la ansiedad creada por el deseo de “ganar”; extrapolaba también esta reflexión a cómo la sociedad nos impulsa, como hombres que somos, a la necesidad de demostrar nuestra valía personal a través del éxito que logremos con las mujeres.
Me sorprendió la visión que mi apreciado compañero tenía de todo esto, a raíz de lo cual redacté esta reflexión a modo de respuesta el día 22-09-08. Dado que encierra gran parte de mi filosofía, he decidido incluirla aquí.
Las aves necesitan volar.
Si atrapas una y la encierras en una pequeña jaula donde apenas le sea posible desplegar sus alas, habrás privado al ave de una de sus facetas más esenciales. Le faltará algo fundamental, y estará triste… estará frustrada.
No somos aves y, sin embargo, como seres humanos hay para nosotros aspectos tan fundamentales como lo es surcar el cielo para una de ellas.
Los hombres somos gregarios por naturaleza. Está entre nuestras necesidades esenciales relacionarnos unos con otros y, por supuesto, hacerlo con las mujeres. Además, algunos las amamos verdaderamente y, para nosotros, su compañía es una auténtica delicia y el estudio de las artes a través de las cuales cautivar sus corazones, un placer del que disfrutar enormemente.
Dada nuestra naturaleza social, si no cultivamos estos aspectos, si no nos relacionamos, sentiremos un vacío, parecido al que siente ese ave encerrada al que hemos privado del vuelo.
Siempre he disfrutado del deporte. Desde pequeñito, bajaba todos los días al parque que hay frente a mi casa y corría con mis amigos imaginando mil y una historias de las que éramos protagonistas. Crecí y comencé a jugar al fútbol, artes marciales, gimnasia… más tarde me aficioné a las pesas y, de manera habitual, entreno mi cuerpo cultivando mis aspectos físicos.
Del mismo modo, llevo toda la vida estudiando y, aún hoy, me peleo ilusionado con los últimos cursos de mi dura carrera universitaria.
Como ser humano, trabajo mi cuerpo y mi mente… Y creo que son precisamente estas disciplinas, las artes del carisma, el desarrollo de tus habilidades sociales y, si, también la seducción, las que cubren el tercer aspecto que hacen de mí un ser humano más completo en todas las facetas esenciales. De este modo, avanzo, o al menos trato de hacerlo, en todos los frentes.
A mi modo de ver, en tu mano está enfocar todo esto como algo que te aprisione y trate de definirte por sí mismo, aglutinando de esta forma un montón de ansiedades, temores y expectativas autodestructivas, o tratarlo como el aprendizaje de una destreza, aquella que cultivas de forma habitual con entusiasmo y alegría, al igual que estudias con la motivación de la curiosidad y acudes a realizar tu deporte favorito para dar un respiro a tu mente y regodearte en la viveza de la actividad física.
A mí me gusta mucho el nombre del “Juego”. Por las implicaciones de tal definición, un juego implica desenfado y diversión, precisamente el modo en que debemos enfocar nuestras relaciones sociales, del tipo que sean, evitando así mancillarlas con negatividades tan ilegítimas.
Llamar “Juego” a nuestras interacciones sociales, especialmente con mujeres, resta seriedad al asunto y relevancia al temido rechazo cuya posibilidad corroe nuestras entrañas convirtiéndonos en un manojo de nervios paralizados, caldo de cultivo para la inseguridad, la duda y la ansiedad.
En nuestras mano está evitar tomarnos la vida demasiado en serio y disfrutarla con desenfado o, por el contrario, dar una importancia innecesaria sustentada por nuestro ego a todo lo que hacemos y dejar que las preocupaciones crezcan como champiñones convirtiendo nuestras vidas en un camino oscuro, escabroso y bastante autodestructivo.Ambos casos son un hábito, una forma de ver la vida, un punto de vista… La diferencia radica en que únicamente el primero nos permitirá ser felices aquí y ahora.
Como seres humanos, nunca nos culpamos a nosotros mismos. Cuando las circunstancias nos son adversas, siempre encontramos un culpable externo a través de la justificación para proteger nuestro ego y reafirmar nuestras acciones y posturas, normalmente pasadas. Ese es el motivo de que la crítica jamás funciona, regla número uno para cualquiera que desee ver mejorar sus destrezas sociales.
Amigo mío, me equivoco con mucha frecuencia, sin embargo, voy a atreverme desde la humildad a realizar una pequeña observación que, desearía, no despertara en ti el resquemor que engendra el juicio y, pacíficamente, te invite a ver quizás un nuevo punto de vista: Creo que estás justificando tu propia responsabilidad, la responsabilidad de cambiar y mejorar en aquello que te habías propuesto, redireccionándola contra esa sociedad que, en tu artículo, cuentas cómo ha creado un universo en el que nos convence de que nuestro valor como hombres depende de las chicas que hayamos conquistado aglutinándonos a todos bajo el estandarte del depredador masculino, aquellos que únicamente buscan paliar los anhelos de su propio ego para alejar brevemente la ansiedad habitando una transitoria sensación de autoestima, hasta la siguiente “pieza cobrada”…
Disiento completamente. Debemos ser condescendientes con nosotros mismos pero, al mismo tiempo, asumir la responsabilidad de TODO lo que nos pase, directa o indirectamente; solo así seremos libres para poder cambiarlo y evolucionar. Resulta muy cómodo sentir que vas a la deriva y, para bien o para mal, no está en tu mano solucionar una situación o mejorarla. Son los valientes quienes se enfrentan a sus puntos débiles, pues hace falta mucho valor para reconocerlos, y esta Comunidad está repleta de valientes.
No te diría todo esto, amigo mío, si no SUPIERA que puedes lograr lo que deseas. Como he podido comprobar a través de tus escritos, eres alguien inteligente, con criterio y la cabeza muy bien amueblada. Como ya te he dicho en varias ocasiones, solo tienes que salir al campo.Soy un amante de la mujer, y no quiero que mi adorado colectivo femenino pierda la oportunidad de ser seducido por ti, compañero.
Si, de lo contrario, esto es una despedida definitiva. Te deseo lo mejor en todas tus empresas. Vuela alto, sé feliz y recuerda que tu límite está donde tú lo quieras poner.
Un fuerte abrazo
Autoestima, seguridad, visión positiva del mundo… De este conjunto bien enfocado puede extrapolarse un Marco auténtico capaz de transmitir, a través de una personalidad magnética y carismática, una realidad poderosa artífice de nuestros éxitos. Todo lo demás son detalles.
Creo firmemente que el mundo es reflejo directo de nuestra realidad interna, en el juego de marcos y el abrumador y a menudo desdeñado poder la intención. Así, mi visión de la seducción es muy filosófica y natural, aunque en mi estilo directo de propia configuración a menudo disfruto describiendo aspectos muy técnicos.
Para ser un poco más libre. Para cautivar al mundo y dejarse seducir por él.
Yo no soy un seductor. Sólo soy un tipo que ama a las mujeres…
sábado, 27 de septiembre de 2008
Adiós, compañero...
miércoles, 17 de septiembre de 2008
La Identidad del Seductor
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Me encontraba apoyado en la barra, junto a mi gran amigo y también ala Mr.Bitches, observando fatigado la pista de baile. Pronto el reloj marcaría las seis, y la multitud que hasta hace escasos minutos atestaba aquella zona, haciéndola completamente inaccesible, había reducido su número considerablemente permitiendo al Artista Venusiano entrar con su paso lento y seguro.
La brisa salada del mar corría por aquella discoteca al aire libre, situada a escasos metros de un acantilado, alejando el calor estival y las humaredas, tan propias y al mismo tiempo indisociables de los locales de ocio nocturno. Aquella discoteca era perfecta para mi, salvo por el cansancio no podía estar más a gusto y, sin embargo, todavía no había realizado ni una sola apertura…
No era raro. Los que me leéis sabréis que hoy por hoy abro muy poco (curioso contraste con otros tiempos no precisamente lejanos jaja), solo la que realmente me gusta y me motiva, solo a ELLA.
Entonces la vi, allí, en aquella pista a la que antes me había sido imposible entrar entre el gentío entregado al baile. Una preciosa chica, enfundada en un ajustado y generosamente escotado vestido negro que se abrazaba a sus más que seductoras curvas, escuchaba con una bonita sonrisa conciliadora lo que le decía aquel que la había abordado. Sus cabellos estaban teñidos de ese particular tono caoba y su piel coloreada por el sol tras innumerables sesiones de playa; en los ojos de ella, pese a que escuchaba a su interlocutor con una simpatía que adivinaba fundamental, era evidente la falta de interés.
Aquella hermosura quería que la conversación terminara, el chico no le interesaba pero, a su vez, detestaría hacerle sentir mal… Aquello actúo como un auténtico imán sobre mí. Tenía que conocer a esa chica, debía ser una auténtica dulzura.
Le dije a Mr.Bitches que, pasados algunos minutos desde que la chica se librara de su actual pretendiente, la abordaría. Así fue; la conversación no tardó en terminar y esperé con la intención de que descansara y no me relacionara a mí con la infinidad de hombres que a estas alturas de la noche ya la habrían “entrado”. No me malinterpretéis, seguramente muchos de ellos merecieran más que yo los besos de esa chica, no tengo motivos para pensar que no son personas maravillosas, sin una colección de REMs (relaciones estables múltiples) a sus espaldas, pero carecen de las habilidades necesarias para seducir mientras que yo, yo soy un Seductor… Estas vacaciones, alejado de mis alas, compañeros habituales de sargeo (Rápsoda, Mr.Bitches y El Chabón únicamente habían venido a pasar el fin de semana en mi casita de la playa), volví a compartir la noche con amigos que me mostraron su conflictivo y doloroso punto de vista sobre las mujeres y cómo seducirlas, especialmente de noche, revelándome un Juego Interno muy débil fuente de todas sus ilusorias limitaciones, y también de su frustrante dolor. Como ellos, hay muchos, muchísimos, que seguramente serán estupendos pero, ¡amigo! Esto hay que entrenarlo… Divago. Dejémoslo como introducción para otro artículo.
Me acerqué al triset de aquella preciosa muchacha y dirigí mi atención directamente hacia ella aprovechando que sus dos amigas parecían mantener un diálogo en el que no participaba.
- “Hola, ¿como estás?"
- “Bien” dijo nerviosa y ligeramente azorada
- “¿Sabes? Me pareces una chica muy muy atractiva…”
- “Gracias” me interrumpe
- “No me las des. Que seas guapa no tiene mérito alguno, simplemente es una realidad evidente. Sin embargo, no estoy aquí por eso, la discoteca está repleta de chicas guapas; si he venido a hablar contigo es porque he visto como charlabas antes con aquel tío. No te interesaba y la conversación empezaba a incomodarte, sin embargo, le dedicabas tu sonrisa más dulce y prestabas toda tu atención. Podías haberte mostrado fría y distante o haber vuelto con tus amigas, pero no, preferiste derrochar simpatía y preservar el ego ajeno con una cara entrañable. Por eso, creo que no debo perder la oportunidad de mantener una conversación contigo, que además eres guapísima. Ahora, dímelo tú, ¿merece la pena conocerte?” esto, amigos míos, lo llamo Cualificador Señuelo
- “Si” dijo mientras un tímida pero encantadora sonrisita afloraba a sus labios. Tenía la cabeza ligeramente inclinada y me miraba desde abajo mientras pasaba mi aro; esa expresión me volvía loco.
Se trataba de una chica francamente tímida. Aunque me prestaba toda su atención y comenzaba a responder muy bien mis kinotests, su inversión era escasa debido a ese entrañable miedito. Metódicamente, fui siguiendo los pasos de mi personal protocolo de Juego, La Rueda de Henky, disfrutando enormemente de la interacción. Entonces… Sus amigas se dirigieron a ella para decirle que se iban; me habían dejado poco tiempo. Ella me anunció la decisión de sus compañeras y su inminente despedida; sin embargo, no se marchaba, seguía ahí completamente enfrentada a mí, sin dar un solo paso en pos de sus amigas, que ya se alejaban… El IDI pasivo no podía ser más evidente.
Dije que era una auténtica pena, argumentando que estaba disfrutando mucho de la conversación y blandiendo un par de cualificadores bien escogidos, pero que si tenía que marcharse, pues adiós. Ella se apresuró entonces a explicarme que aquellas no eran las amigas con las que había venido, más bien unas conocidas, y tenía miedo de que se marcharan sin ella y la dejaran sola. Su sinceridad era evidente, estaba nerviosa y miraba hacia la salida con inquietud, sin embargo, no se iba… Se acercó ofreciéndome la cara a fin de intercambiar dos besos. Con sorna, rechacé ese gesto y señale mi mejilla al tiempo que la prohibía darme un vulgar “carazo”; me regaló entonces un sensual beso en la mejilla. Atrapé suavemente su barbilla con mis dedos y se lo devolví en la comisura de los labios acompañado de una caricia… No se movió… Cierre de Beso.
Otra vez, una apertura, un cierre.
Cuando ella se hubo marchado a la carrera, después de haber estado un rato besándonos e intercambiar nuestros teléfonos, no pude evitar regodearme en un repentino y abrumador gozo.
Aunque la chica era preciosa y verdaderamente me había encantado su personalidad dulce y timidez adorable, aquella dicha no tenía que ver con ella. Observando de cerca mis sentimientos, en realidad se debían a haber comprobado después de algunas semanas que mi Juego continuaba siendo francamente eficaz, que La Rueda de Henky funcionaba a las mil maravillas, que mis habilidades no se habían deteriorado un ápice ¿Había también un resquicio de alivio en ese sentir? Aquello me llevó enseguida a una importante reflexión…
A ti que me lees lamento haberte engañado, pero esto no es un Reporte de Campo, las cosas no son siempre lo que parecen ¿Esperabas abridores, rutinas y herramientas de seducción? Sin embargo, voy a hablar de algo mucho más importante que todo ese material enlatado que buscáis, voy a hablaros de Juego Interno.
Regresando al tema que nos ocupa, aquel subidón era peligroso. Tal es la naturaleza pendular de las emociones que, al igual que todas las cosas, siempre acaban convirtiéndose en su opuesto cuando las alimentamos con tiempo mental. En aquel momento me estaba alegrando de “ser” un Seductor, con el suficiente tino como para darme cuenta del fenómeno y alumbrarlo con mi consciencia, pues era promesa de un bajón futuro, más o menos lejano, pero seguro.
¡Cómo cambian las cosas! Hace poco más de un año yo ansiaba “ser” un Seductor, un Artista Venusiano. Quería disponer del poder y las habilidades necesarias para llegar a un lugar y dirigirme a aquella chica que me deslumbrara con la razonable seguridad de que iba a caer en mis brazos. Quería ese estilo de vida, ese estado de paz interna, esa libertad…
Tal y como yo lo veo, el proceso para llegar a ser un seductor podría sintetizarse en eliminar los bloqueos que impiden a nuestro carisma y personalidad magnética fluir libremente (muchos de ellos agrupados bajo la bandera de la inseguridad) y adquirir las habilidades necesarias para proyectar una realidad interna rica de base. Un Marco fuerte y auténtico solo puede extrapolarse de un Juego Interno francamente bueno y, a su vez, para lograr la asertividad propia del mismo es necesario librarse, en la medida de lo posible, de cuantos más condicionantes mentales asociados al tiempo podamos. Y aquí viene la curiosa verdad que se me presentó aquella noche a modo de revelación: Llevo puesta la etiqueta de “Seductor”, un papel necesariamente asociado al tiempo que, sin darte cuenta, no hace sino condicionarte a mantener vivo en el tiempo el placebo para una felicidad transitoria. En realidad, es una poderosa forma de ego. Ponte una etiqueta y serás su esclavo.
Una medida muy higiénica que tratamos de asimilar desde el principio, fundamental para ese Juego Interno sano, consiste en ser conscientes de que no debemos demostrar nada a nadie. Pero, ¿acaso no nos estamos demostrando, como yo en el caso de este Reporte de Campo, algo a nosotros mismos?Aún sin ser del todo conscientes, podemos vivir ansiosos por reafirmarnos como “Seductor” para ajustarnos a dicha etiqueta, una etiqueta que solo puede existir definida por nuestros logros pasados y sujeta a expectativas futuras. Cuanto más disfrutemos por el mero hecho de “ser un Seductor”, y cuanto más tiempo sembremos sobre esa idea, más extrañamente incómodos o decepcionados nos sentiremos cuando los días pasen sin que nos ajustemos a estas curiosas “proezas” que compartimos en los foros a modo de Reportes de Campo.La etiqueta de Seductor es algo muy perseguido en la Comunidad. Lo veo cada vez que alguien cierra su post con un “pronto seré un Seductor” a modo de firma, y también en los innumerables hilos que tienen por título frases del tipo “la respuesta del Seductor”, “el coche del Seductor”, “la copa del Seductor” o “los calzoncillos del Seductor”.
La conclusión a la que llego es aprender a disfrutar del momento creado gracias a nuestros recursos, evitando otorgarle una identidad que deba sobrevivir en el tiempo. Si lo hacemos y delegamos en nuestra historia personal un sentido analógico, como lo es “ser un Seductor”, el vacío que se producirá cuando no estés “siendo un Seductor” provocará dolor y erróneamente guiará tus esfuerzos a lograr otro “éxito” en el que regodearte temporalmente, solo para volver a caer en el dolor.
Los peligros de forjar el decaimiento pueden evitarse entendiendo estas etiquetas, inocuas como simples palabras hasta que les damos un sentido a la altura del que tengamos que estar, de una forma desapasionada evitando enarbolarla como bandera. A nivel subliminal, eso no puede acarrearte nada positivo, solo el esfuerzo emocional de mantener un nuevo papel para tu ego y más condicionantes innecesarios.
No. Yo no soy un Seductor, solo soy un tipo que ama a las mujeres…
Más tarde, ya en la comodidad de los sillones que adornan el salón de mi casita costera, estas reflexiones maduraban en mi cabeza mientras charlaba alegremente con mi amigo y ala Mr.Bitches, ambos acompañados por el despuntar de los primeros rayos del Sol, los cuales contribuían a hacer de aquel sencillo desayuno un momento francamente agradable.Mr.Bitches se interesa con frecuencia por La Rueda de Henky, y a él le he revelado muchos de mis secretos y técnicas. En aquel momento, a tenor de lo que discurría por mi cabeza, discutíamos sobre si las habilidades que aquí adquirimos pueden verse deterioradas, reducidas o incluso desaparecidas con el tiempo y la inactividad en cuanto a seducción se refiere ¿Qué pensáis vosotros? ¿Se puede perder lo que has aprendido o es como montar en bici y “nunca se olvida”?
De nuevo, la ponzoña del tiempo…
Este artículo fue publicado por vez primera en los foros el 04 de Septiembre de 2008 por Henky