El Juego Interno lo es todo.
Autoestima, seguridad, visión positiva del mundo… De este conjunto bien enfocado puede extrapolarse un Marco auténtico capaz de transmitir, a través de una personalidad magnética y carismática, una realidad poderosa artífice de nuestros éxitos. Todo lo demás son detalles.
Creo firmemente que el mundo es reflejo directo de nuestra realidad interna, en el juego de marcos y el abrumador y a menudo desdeñado poder la intención. Así, mi visión de la seducción es muy filosófica y natural, aunque en mi estilo directo de propia configuración a menudo disfruto describiendo aspectos muy técnicos.

Para ser un poco más libre. Para cautivar al mundo y dejarse seducir por él.
Yo no soy un seductor. Sólo soy un tipo que ama a las mujeres…


lunes, 5 de octubre de 2009

¿Cómo se trabaja el Juego Interno? De la creencia a la convicción

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¿CÓMO SE TRABAJA EL JUEGO INTERNO?
DE LA CREENCIA A LA CONVICCIÓN

¿Cómo se trabaja el Juego Interno? Muchas veces he escuchado esta pregunta y, no en pocas ocasiones, dirigida directamente a mí. Lo cierto es que, si bien nadie parece albergar demasiadas dudas acerca de qué significa para él una realidad interna de calidad, sólida, el proceder que nos permite acceder a ella y desarrollarla es algo que muy pocos parecen conocer. Asimismo, existen toneladas de textos y artículos referidos al Juego Interno que recalcan su importancia y beneficios, colecciones de afirmaciones y actitudes emocionales bien redactadas, mientras que las tácticas para alcanzarlo resultan esquivas y a menudo llevan a la desorientación.
A continuación voy a ofreceros mi opinión con respecto a este asunto –una opinión, al fin y al cabo–, ¿de qué manera podemos cultivar el Juego Interior?

El filósofo danés del siglo diecinueve Sören Kierkegaard decía que, más importante que la Verdad (con mayúscula) es “la verdad para mí”, frase que bien podría resumir a grandes rasgos su filosofía individualista.
La verdad es subjetiva. Esto, en contra de lo que alguna vez se ha sugerido, no significa que dé todo lo mismo –tampoco en seducción (hay individuos demasiado radicalizados que han llegado a aseverar que “todo vale si te lo crees”) puesto que tampoco puede negarse que realidad sólo hay una, sobre la que evidentemente puede reflexionarse y teorizar evitando sumergir las Artes del Corazón en un contexto demasiado metafísico– si no que las verdades realmente importantes son las verdades personales. Estas verdades personales se caracterizan por venir impregnadas, en su búsqueda y descubrimiento, por pasión y fervor. Son determinantes para el individuo en su contexto.
Sirva esta reflexión como preámbulo para entender el proceso que a continuación voy a describir: No nos afanemos en perseguir la Verdad –aquello que funciona, que es acertado o correcto, con significación rotunda o absoluta– sino NUESTRA verdad.

Cuando hablaba acerca de El Juego Interior Mis Principios Fundamentales sugerí que todo es cuestión de creencias. No me retractaré ahora, muy al contrario, lo que pretendo a través de esta idea es revelar una actitud práctica que nos permita trabajar a fin de descubrir y moldear esa verdad personal que es sinónimo de Juego Interno en su conjunto.
Reitero, las creencias lo son todo; serán ellas las que determinen nuestra percepción del mundo y, del mismo modo, la respuesta emocional que tengamos, que asimismo volverá a condicionar la percepción formando un círculo de retroalimentación.
Podría decirse entonces que trabajar y mejorar el Juego Interno consiste en descubrir y asimilar nuevas creencias que, por su cualidad enriquecedora, contribuyan a hacernos medrar emocionalmente otorgándonos una actitud regenerada y armónica, libre de conflictos subliminales y negatividad.
Estas nuevas creencias podrán venir a nosotros de muchas maneras, normalmente a modo de revelación –percibida con un elemento que, cargado de concordancia, anula una distorsión que nos hacía sentir mal– a través de la lectura, la conversación, la observación, la reflexión o incluso la propia experiencia. En cualquier caso, serán fácilmente reconocibles por presentarse siempre acompañadas por un efecto motivador que percibiremos claramente. Acceder a ella nos colma de motivación y por tanto nos resultará agradable evocarla –sensación que, estoy seguro, muchos asociaréis a la que os inspira la lectura de vuestro libro de autoayuda favorito–. Sin embargo, muy a nuestro pesar, no basta con descubrir la creencia positiva o enriquecedora; esta encierra jugosos beneficios, pero para acceder a ella será preciso realizar un importante esfuerzo, puesto que nuestra psique siempre se resistirá al cambio de paradigma.
Sócrates decía que todo verdadero conocimiento viene desde dentro. Independientemente de la procedencia de la creencia en cuestión, es preciso hacerla nuestra, transformar una verdad en la verdad personal, hacer que la creencia se convierta en convicción. Para ello será preciso reafirmar el nuevo punto de vista en el mundo real a través de la acción para poder comprobar los beneficios que supone en nuestras vidas actuar en consecuencia a este nuevo pensamiento.
La reflexión es necesaria, pero si nos quedamos aquí JAMÁS desarrollaremos el Juego Interno. La acción es insustituible, y para completar este proceso será menester recurrir siempre al esfuerzo de la voluntad y la osadía. No pierdas el tiempo buscando otros caminos y tratando de encontrar un extraño derrotero emocional, no lo hay.

Seguidamente voy a ilustrar este proceso en que pasamos de la creencia a la convicción con un sencillo ejemplo relativo a este apasionante mundillo que nos une, la seducción, y que con seguridad todos conoceréis, pudiendo así identificaros fácilmente.
El nuevo descubridor de esta fascinante disciplina que son las Artes del Corazón se encuentra sumido en el entusiasmo. Ha leído un interesantísimo manual sobre seducción y, quizás por vez primera, toma verdadera consciencia de una creencia que, entre otras muchas, está implícita en cada frase del libro que ha devorado con avidez, una que cobra especial relevancia por encima de todas las demás en el seductor novel: es posible acceder a una completa desconocida y conseguir algo con ella.
La creencia abre un abanico de posibilidades y sólo pensar en ella resulta tremendamente motivador. No obstante, cuando el hasta entonces entusiasta aspirante a conquistador se encuentra frente a esa chica maravillosa de curvas insoportables y rostro de ensueño, se siente incapaz de pasar a la acción, simplemente no puede, le aterra.
Es verdad que él cree verdaderamente que se puede seducir a una desconocida a la que asaltas en un lugar insospechado –o en un bar de copas nocturno, si lo preferís, amantes de las noches–, no obstante, bullen en su fuero interno otras creencias que, tras largos años de ineptitud en cuanto a mujeres se refiere, han acabado por convertirse en una convicción. Siempre ha creído que no podía, sus amigos lo confirmaban –conformándose con alabar la belleza de aquellas que pasaban por su lado y sintiéndose desdichados por vivir rodeados de aquello que más desean y no poder tocarlo–, la sociedad lo afirmaba –tachando de escandalosa e inoportuna la extroversión– y su propia experiencia terminó por ratificarlo –a fin de cuentas, ¿cuántas de esas extrañas musas, que pasan continuamente frente a sus ojos, habían dejado de ser para él unas desconocidas?­–.
Sin embargo, nuestro seductor neonato no está dispuesto a rendirse. Lee, lee y lee tratando de encontrar esa inspiración euforizante (asociada, como ya he dicho, a una nueva creencia) con la esperanza de que esta le ayude a superar el escollo del miedo. Pero no sirve de nada… Sin acción que corrobore la nueva creencia de que la seducción es posible, acabará por abandonarse irremediablemente a la anciana y poderosa convicción que siempre ha limitado su vida: no se puede.

No obstante, ¿qué ocurre si este nuevo lady’s man decide enfrentarse a todos sus temores paralizantes y se lanza al ruedo armado con la determinación que otorga la irreflexión? Entonces se sorprenderá a sí mismo realizando avances y, con cada paso, lo acompañará una exultante bonanza interior. La nueva creencia, la de que SÍ se puede, se ha convertido en convicción a través del más puro empirismo personal.
Lo cierto es que, para nuestros cerebros, es mucho más importante ofrecernos una realidad convincente que una realidad real, valga la redundancia.
Mientras que el individuo puede albergar varias creencias contradictorias, sus acciones sólo podrán ser gobernadas por una única convicción. Así, podemos descubrir, almacenar y deleitarnos con el aprendizaje de nuevas creencias inspiradoras o esperanzadoras, pero si no las regamos con la acción, permitiendo que su puesta en práctica les otorgue el soplo de la vida –a fin de cuentas, actuar en consecuencia a la creencia en cuestión–, acabarán por marchitarse y desaparecer, o simplemente permanecer en nuestras memorias como conceptos sin ninguna fuerza.
Por tanto, podemos decir que es preciso actuar con coherencia, de acuerdo a la nueva creencia, para que esta se imponga como una convicción. Obviamente, estamos hablando de un gran esfuerzo de voluntad y tesón.

Fijaos en este conocido dibujo que, intuyo, muchos ya habréis visto antes.
Es posible que, al observar la faz de la elegante fémina, pueda pasar desapercibido el caricaturesco saxofonista que la ilustración oculta, o viceversa. No es mi intención analizar el porqué unas personas ven al músico y, otras, el rostro de la mujer, sino hacer notar que únicamente podemos concentrarnos en una de las dos representaciones a la vez: es decir, o estamos viendo a la chica, o al curioso intérprete con su instrumento. No obstante, nadie podría negar que el dibujo alberga ambas representaciones.
Así es como funcionan las creencias y las convicciones. La realidad, la Verdad –con mayúscula, aquella que debemos desistir de perseguir– , puede acoger o ajustarse a dos creencias contradictorias o antagónicas, no obstante, a la hora de llevar a la acción una filosofía únicamente puede expresarse una convicción, la verdad para mí. Aunque en el papel coexistan mujer y saxofonista ­–creencias opuestas– para percibir uno de ellos debemos renuncias al otro.

Por tanto, descubrimos que es preciso sustituir una creencia negativa o limitante por otra –mejorando así nuestro llamado Juego Interno– y actuar de acuerdo a esta última. Se podría decir que la convicción es una costumbre forjada a partir de un punto de vista concreto; cambiar dicho hábito –normalmente una forma de pensar y, por tanto, de sentir (he aquí la clave, por supuesto)– implica grandes dosis de constancia y, por otro lado, una exhibición de valentía, puesto que actuar de acuerdo a nuevos preceptos es adentrarse en lo desconocido y abrazar el cambio, algo que siempre paraliza al ser humano en su fuero interno. Lo cierto es que nos aterra el cambio, aunque estemos convencidos de que este será para mejor (o lo que es lo mismo, aunque alberguemos ya la creencia reveladora).
Es por eso que soy aficionado a los AFORISMOS.
Un aforismo resume, en una frase sencilla, una creencia profunda y enriquecedora. Es por tanto sencillo memorizarlo y se presta fácilmente a que nos lo repitamos interiormente, de manera continuada y reiterativa, para no olvidarnos de ajustar nuestras acciones a este nuevo precepto y, así, discurrir por el sendero del hábito que lleva a la instauración de la convicción. Además, cada vez que pronunciemos mentalmente el aforismo podremos saborear ese sentimiento de motivación que, como nueva creencia inspiradora, lleva asociado para nosotros.

Pongamos otro ejemplo, esta vez más universal, menos centrado en el mundo de las Artes del Corazón.
Hace algunos meses publiqué un artículo titulado Di que sí en esta misma bitácora. El texto, a grandes rasgos, señalaba las bondades que tiene para nosotros una actitud consistente en decantarse siempre por la acción frente a la inacción, la experiencia frente a la inexperiencia. Propuse entonces una sencilla regla de aplicación cotidiana: "cuando dudas entre hacer o no hacer algo en concreto, oblígate siempre a decir que sí".
Si bien esta frase no es un aforismo en el sentido más estricto de la palabra, cumple perfectamente con los objetivos que persigo a la hora de recomendar su uso. Repitiéndose uno a sí mismo dicha frase, prestando una atención consciente en el día a día a este respecto, fácilmente podremos decantarnos por el sí cuando surga la situación en lugar de dejarnos llevar por la costumbre de resistirnos a la novedad y decir que no, entregándonos a la apatía.
Pronto, la creencia de que nuestras vidas se verán enriquecidas por esta premisa –idea rebeladora y estimulante– se convertirá en convicción cuando, tras su aplicación habitual, podamos constatar que, efectivamente, así ha sido. Entonces habremos crecido.

En resumen, podemos sintetizar el método general para trabajar el Juego Interno a través de este esquema:

- Adquisición de la nueva creencia (elemento motivacional)


- Esfuerzo de voluntad y osadía para actuar de acuerdo a nuevos patrones y constatación de los beneficios


- Uso de aforismos a fin de concentrarnos e instaurar una convicción como hábito (enriquecimiento)


El texto no quedaría completo sin mencionar algo que, en sí mismo, implica un gran crecimiento interior: cada vez que vences al miedo estás mejorando tu Juego Interno.
Antes he mencionado que, a todos, nos genera aprensión y desasosiego la perspectiva de lo desconocido, lo cual nos lleva a resistirnos fuertemente al cambio aunque no lo deseemos, como por acción de una especie de sistema inmunitario psicológico. Así –y puesto que mejorar el Juego Interno es sinónimo de cambio– cada vez que implementamos el hábito de sobreponernos al temor, estamos cimentando el camino que nos conduce a la excelencia interior, habiéndonos vuelto más libres. Es por eso que este tipo de acciones (como puede ser la realización de un abordaje en condiciones que no nos sean favorables o a las que no estemos acostumbrados, por recurrir a un ejemplo relacionado con la seducción) siempre conlleva un sentimiento de fervor y euforia. Es nuestro Juego Interno que nos agradece el esfuerzo y se regodea con nuestro triunfo frente a los condicionantes limitadores.
Derrotar en un pulso al temor (sea cual sea su naturaleza) siempre conlleva la mejora del Juego Interior.

Es un hecho que, desde el punto de vista de nuestros cerebros, NUNCA es un buen momento para empezar a hacer algo. Esto, la discusión interna, encuentra su explicación en factores neurofisiológicos en los que estaría de más profundizar en el presente artículo (la activación desfasada de la corteza prefrontal), pero podemos decir sin temor a equivocarnos que jamás sentimos el presente como el momento idóneo para pasar a la acción.
El presente es lo único que existe. Si te dejas vencer por esa discusión interior –que siempre acude puntual a su cita– tus proyectos se quedarán en el papel eternamente y la creencia nunca se tornará en convicción.
Sé que muchos de vosotros leeréis esto y decidiréis comenzar mañana a trabajar vuestro Juego Interno... Ahora, amigo mío; ahora o nunca.

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domingo, 12 de julio de 2009

Magueo; Guía Práctica

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MAGUEO
GUÍA PRÁCTICA

Quisiera comenzar disculpándome con mis lectores. Últimamente he estado muy absorbido por las responsabilidades académicas, haciendo frente a una temporada de exámenes especialmente exigente y, ahora, casi despojado de tiempo debido al fatigoso trabajo diario a casi un centenar de kilómetro de donde resido.
No deseo que el blog permanezca tanto tiempo sin actualización, así que he decidido aprovechar la coyuntura para situar aquí este artículo. Lo redacté hace ya más de un año, en mi época de foro, con la intención de analizar y discernir una adecuada concepción de lo que es el magueo como técnica, así como el modo en que yo lo ponía en práctica. Por aquel entonces, lo hice luego de comprender que el magueo era no sólo un gran desconocido, sino que además con frecuencia era trágicamente confundido con acaloradas batallas de vanidad e incluso enfrentamientos directos.
Hoy por hoy, si bien he profundizado y desarrollado algunos aspectos concretos del asunto del magueo, las premisas que a continuación describo siguen resultándome más que válidas. Salvo minúsculos ajustes de terminología y redacción, os presento el texto tal y como lo parí en su día, creo que debe ocupar su espacio en este blog (en el que, no obstante, pocas veces encontraréis un artículo dedicado al juego externo o táctico de manera tan explícita). Considerémoslo como la publicación de Junio, espero retomar en el presente mes la actualización mensual.



MAGs Circunstanciales y Verdaderos MAGs
En el presente texto voy a hacer referencia a dos tipos de MAG que podemos encontrar en los grupos, y me tomaré la libertad de bautizarlos para que se entienda todo mejor:

Por un lado tenemos lo que llamaré MAG Circunstancial (MAGC) o MAG Situacional. Este es el MAG que se encuentra dirigiendo o “gobernando” la interacción del grupo en un momento concreto. Nosotros mismos, cuando abordamos un conjunto a la vez que logramos obtener el interés de sus miembros, seríamos entonces el MAGC. Del mismo modo, el MAG que se encuentra haciendo tales funciones en cualquier reunión formada por las circunstancias (grupos de personas que se forman de manera “espontánea”), será un MAGC, normalmente un tipo extremadamente sociable y hábil en las relaciones humanas, a menudo un Natural o un seductor.

Sin embargo, por otra parte tendríamos lo que se me ha ocurrido denominar Verdadero MAG (VMAG). Este es el MAG que pertenece de manera “legítima” al grupo, por decirlo de alguna manera –por ejemplo, una reunión de viejos amigos–; conoce muy bien a sus componentes y goza del “dominio” del mismo, habiéndoselo granjeado a lo largo de bastante tiempo (días, meses, incluso años, mientras que el MAGC lo ha hecho en cuestión de minutos).
Este MAG está muy integrado dentro del grupo, dentro del cual cuenta con un Marco poderoso y bien reconocido por todos sus miembros. Hacer frente a este individuo será mucho más complicado que vérselas con un MAGC.
Normalmente será un Natural –aunque habrá numerosas excepciones–, con una inteligencia social dilatada, que cuenta con una serie de elementos favorecedores los cuales determinan su poder dentro del grupo. Para lograr maguearlo con éxito y heredar así ese deseado puesto privilegiado –en definitiva, convertirnos en el MAGC o, si fuera el cónclave habitual en el que nos movemos, incluso en VMAG­– habrá que tenerlos en cuenta uno por uno:

  • Marco poderoso dentro del grupo: sus miembros han asimilado este marco, por lo que es mucho más sólido que el tuyo.
  • Presencia imponente: él, a diferencia de ti, está en su Zona de Confort, por lo que se siente cómodo y el entorno juega a su favor.
  • Apoyos: a menudo el VMAG cuenta con un equipo de “secuaces” muy dispuestos a alabar la majestuosidad del mismo –reirán sus gracias, lo defenderán, lo alabarán e incluso participarán con frecuencia en las campañas que su líder emprenda contra ti–. Normalmente serán tipos de carácter algo débil, incluso pusilánime, que tratan de alimentarse del carisma del VMAG buscando constantemente validación por parte de este, con el fin de aumentar así su Valor y su Prueba Social dentro y fuera del grupo. Perteneciente a los llamados Apoyos también podemos encontrar alguna chica –ya sea de atractivo prolijo o más bien discreto– que actúe de forma parecida, quizás porque se siente atraída hacia el VMAG desde hace largo tiempo (cosa que no es extraña, ya sabemos que el MAG es sinónimo de atracción).
  • Buen Juego: se trata de tipos con dilatada inteligencia social, a menudo Naturales.

No me cabe la menor duda de que la mayoría de vosotros conocéis algún VMAG en algún círculo determinado que frecuentéis.

Antes de nada, querría hacer una aclaración. En mis artículos, con frecuencia hago mención a que no debe odiarse ni guardar ningún tipo de rencor hacia la mujer por su comportamiento a lo largo del proceso de seducción; ella está haciendo su Juego y depende de nuestras habilidades superar el suyo para alcanzar el éxito. Bien, pues lo mismo podría decirse del MAG; él también está poniendo en práctica su Juego. No os dediquéis a odiarlo ni sentir rabia o celos contra él, no sólo carece de sentido sino que además empañará vuestro proceder y afectará a vuestra táctica.
Recordad que, en el Juego, vuestras emociones normalmente os boicotearán –a no ser que seáis naturales–. Mantener la cabeza fría y alerta será siempre muy positivo durante vuestras interacciones.
Otra consideración por la que no debéis nunca de profesar rencores hacia el MAG, especialmente si es un VMAG, tiene mucha relación, desde mi punto de vista, con la Etología (ciencia que estudia el comportamiento animal). Todos habréis oído hablar de las jerarquías en los grupos animales, en las que siempre hay un dominante y el/los correspondiente/s sumiso/s.
Resulta que el perro, por llevar tantos milenios domesticado, es el único animal que, dentro de lo que considera “su manada”, incluye en su percepción jerárquica al hombre que convive con él; de esta forma, es importante que el dueño sea percibido por el animal como el miembro dominante, aceptando este el papel de sumiso. De no ser así, tendremos muchos problemas de obediencia, comportamiento, incluso agresividad –añadir que, en la mayoría de los casos, los perros suelen considerarse a sí mismos dominantes, pues el dueño no dispone de la información que le permitiría comunicar al animal, en un lenguaje que entienda, quién debe serlo–. Por otra parte, si el perro entiende y asume su papel como sumiso, será obediente, manejable y, en definitiva, un auténtico encanto.
Bien, pasará algo parecido con el VMAG si lográis manejarlo con éxito. Cuando este asuma que tenéis más Valor que él, probablemente dejará de tratar de disminuir el vuestro y empezará a ser agradable y complaciente con vosotros (estoy hablando de las interacciones, el VMAG puede ser perfectamente vuestro mejor amigo y seguir magueándoos “amistosamente”). Su actitud os dará Valor en lugar de quitároslo, incluso podría ayudaros su presencia en muchos casos.

Magueando al MAG
Hecha esta presentación, pasaré a comentar de qué manera podemos tratar de neutralizar al MAG para así poder gozar de una posición privilegiada dentro del grupo.

Las instrucciones que voy a compartir con vosotros se basan en “destruir” cada uno de los elementos, comentados anteriormente, que desde mi punto de vista hacen poderoso al MAG.
En realidad, aunque esté enfocando la situación de cara a vérnoslas con un VMAG, todo lo que a continuación describa es perfectamente aplicable en presencia de un MAGC –más fácil de maguear debido a que su marco no es ni mucho menos tan sólido–.
Vayamos punto por punto:

Presencia imponente:
Puesto que está en su Zona de Confort, el MAG se siente cómodo, confiado y reconocido. Muchas veces, estos tipos tienen problemas para recuperar su marco cuando salen de este ambiente; sin embargo, aquí “juegan en casa”, lo que dificulta nuestra labor y para ellos supone una considerable ventaja.

Ahora voy a hablar de TU Juego (más tarde, lo haré del suyo). Para neutralizar su presencia tendrás que maguearlo, tienes que ser más alfa y notorio que él, sin embargo, recurrir a magueos llamémoslos activos pueden perjudicarte mucho, ¿porqué? Porque de momento él gobierna muy bien el grupo, a si que contará con la aprobación del resto de sus componentes; si tratas de ridiculizar o bajar su valor percibido con técnicas de magueo es muy probable que te contramaguee fácilmente (aplaudido por el resto del grupo, principalmente por su equipo de Apoyos), incluso resulta probable que tu estrategia para reducir al VMAG al puesto de beta sea percibida como tal, destapando tu Juego y disminuyendo tu valor radicalmente en ambos casos. De hecho, en alguna ocasión podrías caer en una Batalla de Egos contra el VMAG y varios miembros más del grupo si no eres suficientemente sutil, acompañado esto por desastrosos resultados.
Teniendo esto en cuenta, tu magueo deberá seguir una línea muy diferente. Debes stylemaguear al VMAG en lugar de maguearlo directamente. Para los que no tengáis claro en qué consiste este concepto, trata de gobernar la conversación y así eclipsar al VMAG; para ello, dispara una verborrea cargada de temas interesantes que capten la atención del resto de la concurrencia.

Eres un seductor, un magnífico conversador, por lo que deberás ir sembrando astutamente temáticas interesantes a modo de hilos que te permitan hacerte dueño de la conversación. Cuando un miembro del grupo participe, escúchalo atentamente y jamás lo interrumpas –esto favorecerá que hable mirándote a ti– pero cuando el VMAG trate de participar… actúa exactamente igual, pero en mitad de su exposición, cuando parece que le prestas toda tu atención (y él se está dirigiendo especialmente a ti), apártala bruscamente para dirigir tu interés hacia otro miembro del cónclave, cambiando radicalmente de tema como si te hubiera venido una idea a la cabeza, dejándolo con la palabra en la boca.
Cada vez, los miembros del grupo estarán más contentos por tus apreciaciones y estarás desarrollando varios hilos conversacionales mientras tu valor percibido sube como la espuma y al VMAG se le acaban las ganas de participar. Por otra parte, jamás dejes que el VMAG te interrumpa, trata de ignorarlo cuando intente hacerlo contigo o con otro miembro de la reunión –al mantener tu atención sobre él lo animarás a seguir hablando y este lo agradecerá, ya estarás ganando aliados–; si no lo logras y el VMAG hereda el protagonismo, recurre nuevamente a la táctica anterior.

Otro punto a tener en cuenta para contrarrestar la notoriedad del VMAG es lo que me he tomado la libertad de denominar kinomag. El kinomag es todo aquel gesto y contacto físico que el MAG realiza sobre el resto de hombres más beta que él, y que consisten en auténticos magueos no verbales. Estoy hablando de palmadas en la espalda, golpes en los hombros y el cuello, tocar la cara, apoyarse en tu hombro… Ya sabéis a lo que me refiero.
Todos conocemos la importancia del lenguaje corporal y su porqué, no me extenderé en eso, pero justificamos así la importancia de utilizar el kinomag sobre él ANTES de que sea él quien lo utilice sobre nosotros. De esta forma, estamos robándole ya el marco y así lo percibirá el resto del grupo, incluso él mismo de forma subliminal.
Otro elemento que será de mucha ayuda consiste en bautizar al VMAG desde el primer momento con algún apelativo cariñoso. Asígnale un alias de esta guisa, astutamente seleccionado –un diminutivo de su nombre, por ejemplo– y úsalo SIEMPRE que te dirijas a él y lo menciones.
Insisto en que resulta especialmente importante que estos dos últimos puntos, kinomag y apelativo “cariñoso”, los utilices ANTES de que lo haga él sobre ti. De producirse al contrario, dará la sensación de que es un desesperado esfuerzo por tu parte para “vengarte” y consistirá en una auténtica demostración de ineptitud social. De esta forma, al hacerlo nosotros antes será el MAG quien caiga en dicha trampa cuando trate de contramaguearnos.

Marco poderoso dentro del grupo:
Los miembros del grupo han asimilado muy bien el Marco del VMAG, por lo que este será muy sólido. No obstante, con el proceso que seguimos para deteriorar la presencia tan notoria de la que el MAG hace gala normalmente, su Marco ya empieza a tambalearse. Si se tratara de un MAGC, con esas premisas ya lo habríamos hecho caer, sin embargo, en el caso del VMAG “el que tuvo retuvo”, y las circunstancias que tú provoques no serán suficientes para usurpar su puesto como Macho Alfa del Grupo. Por tanto, tenemos que atacar su marco.

Lo primero que debemos tener en cuenta es que siempre hay un marco en el que el MAG se sentirá incómodo. Nuestra tarea es encontrarlo y, con extrema destreza, colocárselo sutilmente.
Esta tarea es la más complicada y, a mi modo de ver, difícil de describir en aspectos generales. Se trata de descubrir qué papel desagrada al MAG, o lo inhibe, dejándolo sin contracortes, para así poder instaurárselo más y más con cada comentario que hagamos.
Para ello será necesario aprovechar alguna de las situaciones que se nos presenten. Por ejemplo, si el MAG nos toquetea mucho podemos situarlo en el rol de gay. Por otra parte, los MAG suelen ser tipos muy divertidos, a los que fácilmente se les puede asignar el papel de payaso –sugiriendo que no os reís con él, sino de él–. Otro marco muy útil que se nos pondrá en bandeja a menudo es el de “babosote”, cuando el MAG recurra a algún comentario sobre la atractiva desconocida que pasa frente a nosotros.
Una vez descubierto el marco que incomoda al MAG, podemos recurrir a multitud de historias, comentarios y chistes que lo sitúen dentro del mismo para ir afianzando bien este concepto dentro del grupo y que todos sus componentes lo asimilen y se rían. Estaríamos entrando ya en un terreno de magueos más activos, aunque aún bastante indirectos.

Otra manera muy útil de deteriorar su marco que sería interesante combinar con la anterior consiste en realizar frecuentes halagos a determinadas características del MAG que, disfrazadas de reconocimiento, señalan características verdaderamente beta. Ejemplos de estas podrían ser lo buen chico que es, lo tímido que resulta, lo servicial que se muestra con las chicas, sentir lástima hacia el VMAG debido a que ha sido rechazado, y un largo etc..
Enmascarados en forma de concesión, puedes desarrollar y señalar todos esos aspectos que te interesa subrayar en el MAG para que este sea percibido como un beta.

A pesar de todo, es importante tener en cuenta que el MAG normalmente será un individuo con dilatada inteligencia social y, haciendo uso de contracortes y hábiles autodescualificaciones, es más que probable que escape a nuestros intentos por asignarle ese marco poco ventajoso del que estamos hablando. Debido a esto, no sólo será necesario esmerarse especialmente en dar con ese rol incómodo para el VMAG, sino que a menudo tendremos que realizar varias tentativas a fin de lograrlo.
Cuidado aquí porque, si el Juego de nuestro contrincante es bueno, nuestros magueos podrían convertirse en demostraciones de ineptitud y reactividad manifiestas y sus autodescualificaciones en puntos a su favor. La mejor manera de curarse en salud: sutileza y humor.

Apoyos:
Los “esbirros” del VMAG, cuyas características ya he descrito anteriormente y no repetiré ahora.
Estos chicos –y puede que en ocasiones chicas– son una fuente de valor constante para el MAG dentro del grupo, porque además, no olvidemos que suponen una parte del mismo. El objetivo, en cualquier caso, será lograr que dejen de jugar en nuestra contra y empiecen a hacerlo a nuestro favor.

La primera consideración es que, con mucha frecuencia, serán los propios Apoyos quienes participen de las campañas de magueo del VMAG, ya sea intensificando los comentarios del mismo o, a imitación de su reconocido líder, tratando de maguearte a ti activamente.
Estos chicos, a diferencia del MAG, disponen de un Juego muy pobre, por lo que te será bastante fácil contramaguearles y disminuir su valor percibido dentro del grupo, haciéndolos quedar muy mal… Bien, pues nunca lo hagas, NUNCA ATAQUES A LOS APOYOS.
Jamás inicies campañas para disminuir activamente el valor de estos individuos, tu objetivo no es destruirlos, es ganarlos a tu causa. Atacándolos sólo conseguirás despertar su rencor y hacer que sientan mayor devoción hacia su VMAG y deseos de que este te destrone, haciéndo todo lo que esté en su mano para favorecer este fin.
Para lograr que se alineen a tu favor, únicamente debes mostrar aprecio honrado y sincero hacia alguna característica del chico, y a continuación dejar que participe, que hable, ¡escúchalo y favorece que los demás lo hagan! Muy pronto, sentirá que tu presencia es positiva para él, se sentirá valorado, y descubrirás que no es tan fiel al VMAG como parecía en un principio.

Si te ataca, haz frente a los deseos que te impulsan a contramaguearle y, con una sutil autodescualificación, preserva tu valor antes de hacer una apreciación positiva inmediata hacia él. Esto lo desconcertará profundamente –hoy en día las palabras amables son escasas, preciadas como el oro, y más aún cuando se trata de alguien con una autoestima pobre– a la vez que tú das una imagen de seguridad inquebrantable, no afectación, y tipo magnánimo; interésate por él, deja que hable, valóralo públicamente y no tardará en corresponderte con su aprecio.
Del mismo modo, si el VMAG emprende algún ejercicio de magueo sobre uno de estos apoyos, te habrá puesto en bandeja la oportunidad de ganarte aún más al grupo mientras devalúas al MAG. No dudes en defender diplomáticamente al muchacho; la imagen de honestidad será muy favorecedora al tiempo que el posible Juego despreciativo del MAG queda al descubierto. Además, te brindará la oportunidad de colocarle un marco desagradable de persona molesta que machaca a sus amigos, otra posibilidad para la herramienta que comentaba en el apartado anterior.

Buen Juego:
Con frecuencia, el VMAG será un Natural –puede que incluso un seductor entrenado– por lo que no es de extrañar que disponga de un Juego más que competente. Cómo hacer frente a este Juego es algo que, más allá de los puntos que he comentado anteriormente, se alejaría de los propósitos iniciales de este artículo.
Sin embargo, hay dos tipos de estrategia que si conviene que mencione al menos.

Tienes que tener en cuenta que, a menudo, encontrarás VMAG que basan su estrategia en magueos tan directos como lo son las ofensivas campañas con objeto de cuestionar tu valía, salpicadas con ingeniosas dosis de humor, emprendidas contra todo aquel que les rodee, incluyéndote a ti. Explotará tus defectos –normalmente físicos, los más dolorosos para aquellos con un Juego Interno débil– con mayor o menor habilidad, siempre haciendo gala de un espíritu burlesco (no estamos hablando de insultos provocativos).
Si bien al principio del texto, cuando hablaba de cómo disipar su Presencia Imponente, decía que considero más acertado “guardarse” las estrategias de magueo más activas o directas a favor del stylemagueo, es precisamente con la finalidad de preservar nuestros mejores cartuchos para utilizarlos en el momento más necesario y devastador. En lugar de desperdiciar nuestra munición al principio, cuando nuestro blanco es esquivo y difícil de alcanzar, esperemos para hacerlo en el momento más óptimo.
Cuando el VMAG trate de aplicarnos técnicas de descalificación, entonces habrá llegado el momento de contramaguearle sin piedad. Vuestras frases, enlatadas o no, serán un palo para el MAG, que se lo pensará antes de realizar otra ofensiva.
La idea que quiero transmitir es que, mientras el MAG no dé el primer paso, recurriremos a eclipsarlo y seducir al grupo con nuestra presencia, aplicando magueos directos sólo como respuesta a los que el MAG emprenda contra nosotros. Recordad que “no hay mayor desprecio que no hacer aprecio”; en el mundo animal, el macho dominante ignora a los que están por debajo de él, no se molesta en atacarlos o reprenderlos si no lo perjudican. Sinceramente, pienso que tratar de maguear a toda costa a un miembro de la concurrencia será percibido como que lo intentas demasiado, lo que se traduce en inseguridad y demostraciones de escaso valor, en definitiva.

Si tus magueos y contramagueos se limitan sólo al momento en que otro individuo pone en duda vuestro valor con sus comentarios, pronto, dependiendo de su eficacia, nadie deseará iniciar estas estrategias contra vosotros por miedo a salir escaldado.
Por eso, es interesante contar con una suculenta serie de posibles magueos, cuidadosamente seleccionados y astutamente guardados esperando ser utilizados en el momento preciso.


Este artículo fue publicado por vez primera en los foros el 28 de Enero de 2008 por Henky

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jueves, 28 de mayo de 2009

Mi amigo el "miedo al abordaje"

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MI AMIGO EL
"MIEDO AL ABORDAJE"


Hace algo más de una semana, charlaba con dos buenos amigos, pertenecientes ambos a Comunidad, acerca de la aplicación del Juego a través de Internet y sus diversas redes sociales y páginas de contactos.
Aunque soy consciente de que muchos compañeros obtienen jugosos encuentros a través de estas plataformas, lo cierto es que a mi no me gustan nada; pese a todo, no hace mucho decidí darme de alta en una conocida red social famosa por la disposición al flirteo de sus integrantes… Mi estancia allí no superó las veinticuatro horas, ¿cómo podría describir aquello que me llevó a huir horrorizado?

Ocupado en degustar una rápida cena, mi atención se detuvo en un curioso reportaje que tenía como temática algunas modalidades de ligue. En él aparecía una mujer que, a lo largo de sus escasos dos meses como usuaria del sitio web en cuestión, decía haber recibido la friolera de mil doscientas invitaciones al coqueteo a través de la misma.
Se trataba de una mujer recién llegada a la cuarentena que, si bien es innegable que gozaba de cierto atractivo, estaba muy lejos de ser una belleza arrebatadora.
Ella, con gesto decepcionado, decía a la reportera que, pese a verse sepultada por aquella avalancha de anodinos mensajes virtuales –¡mil doscientos en dos meses!– jamás recibía un abordaje en las discotecas que frecuentaba cada fin de semana. Los chicos no se atrevían.
Como todos hemos podido comprobar, cualquier fémina mínimamente atractiva recibe toneladas de insinuaciones a través de cualquier plataforma destinada al encuentro cibernético hombre-mujer. Desarmados del poder que otorga una apertura bien ejecutada, nuestra invitación a la conversación en la red queda fácilmente diluida entre las de miles de pretendientes, a medida que ella se siente cada vez más desbordada y sus prejuicios se acrecentan. Es innegable, en este ámbito es ella la que elige SIEMPRE –y, en muchos casos, ni siquiera tendrás la oportunidad de intentar desmarcarte, porque seguramente la chica no tendrá tiempo ni ganas de leer atentamente todos los mensajes que recibe–; sin embargo ahí fuera, en el mundo real, eres tú quien elige abordar.

Todo esto me llevó a una interesante conclusión acerca del conocido “miedo al abordaje”, que tanto parece torturarnos en ocasiones alejándonos de nuestros sueños, otorgándome esta una nueva perspectiva sobre el mismo.
Todos sentimos una aguda aprensión cuando se trata de acercarnos a una completa desconocida, y quien diga no sentir estos temores, simplemente miente. No importa cuánta experiencia tengamos o cuán diestros seamos en las artes del corazón, el miedo nunca desaparece del todo y siempre estará ahí, interponiéndose entre ella y tú, exigiendo una y otra vez ese esfuerzo de voluntad y osadía.
Sin embargo, ha llegado la hora de reconciliarse del todo con este sentimiento tan conflictivo porque nos está haciendo un gran servicio, y me avergüenza haber tardado tanto en darme cuenta y poder estrecharle amigablemente la mano, en lugar de oponerme a él y maldecir su existencia.
¡Bienvenido sea el recelo masculino frente a las bonitas desconocidas! Cada vez que lo siento, me regodeo en él y celebro que acuda puntual a su cita, porque si se presenta en mi fuero interno, es que también lo hace en el del resto de varones. La diferencia es que yo aprendí a pasar por encima de él; elegí la mejora personal y, a través de un acto de voluntad, soy capaz de sobreponerme a la congoja paralizante y actuar, mientras que los demás permanecerán inmóviles temerosos de exponerse y ver herida su vanidad. Aquellos que jamás apuestan, nunca perderán, pero jamás saborearán la victoria, ¿hay algo peor que pasar sin pena ni gloria y ninguna lección aprendida?

Si no existiera el “miedo al abordaje” la situación en el mundo real, en las calles y locales de ocio noctívago, sería idéntica a la que nos encontramos en las plataformas cibernéticas de contactos. Ellas vivirían abrumadas por un acoso constante, mediocre y adocenado, y nos recibirían cargadas de prejuicios, manías y convencionalismos. El rechazo inicial –más inusual de lo que muchos creen– sería una norma y nadie podría culpar a las féminas por ello.
El Juego no podría empezar y, como hombres interesados en estas disciplinas, la seducción, nos veríamos obligados a refugiarnos frustrados en el más puro amparo estadístico y tocar todas las puertas a ver cuál consiente en abrir ¡Qué lamentable sería! Sólo de pensarlo un escalofrío recorre amenazante mi espina dorsal.
Pero no es esta clase de temor frío y desesperanzador el que nos visita cuando se cruza en nuestro camino una preciosa desconocida, ¡nada más lejos! De hecho, ese aluvión de adrenalina que invade nuestro torrente sanguíneo despertando la mente, al tiempo que barre la fatiga de nuestro cuerpo agotado tras la larga semana de responsabilidades, es una de las sensaciones más adictivas y emocionantes que el Juego puede brindarnos, cuando las mariposas conquistan la boca de nuestro estómago con su revoloteo agitado.
Ese momento… Esos escasos segundos que acontecen desde el instante en que decides abrir y comienzas a caminar hacia la chica objeto de tu más sensual deseo ¡Ya no hay vuelta atrás! Esos metros de nerviosismo que nos separan de ella te hacen sentir muy vivo y permiten que nuestros sentidos se agudicen. De no existir, el Juego no podría paladearse de la misma manera y sería tan desapasionado como ir al supermercado.
Aprender a disfrutar de esta sensación, de ese “miedo al abordaje”, es fundamental para amar verdaderamente el Juego, y existe una evidente diferencia entre aquellos que practican la seducción con resignación –aún cuando lo hagan con constancia– y quienes de verdad lo saborean a margen de todo lo demás.

Como decía, creo que ha llegado el momento de cambiar el prisma con el que hasta ahora hemos enfocado el “miedo al abordaje” y comenzar a abrazarlo con talante amistoso. Es precisamente él quien hace posible el Juego, imponiéndonos la disciplina necesaria para practicarlo; él es la criba que separa a los comprometidos de los oportunistas, a los amantes de la mujer de los carroñeros sexuales –aquellos que husmean allá donde van en busca de lo fácil y lo débil–, a los entusiastas luchadores de los anodinos apáticos.
No sé hasta qué punto es beneficioso alimentar demasiado un sentimiento de competitividad como este, pero es innegable que la comparación positiva hace las delicias del ego y lo obliga a esforzarse. Siempre que lo mantengamos bien atado con correa, sus impulsos pueden ayudarnos a llegar muy lejos.
Pues sí, amigos míos, el “miedo al abordaje” es como ese entrenador exigente sin cuya ayuda no habríamos llegado a superarnos y enfrentar nuestras limitaciones, aquel que no dejará de ponerte a prueba, inclemente con los mediocres, pero generoso con aquellos excepcionales a los que llama “amigo”. Sabed queridos lectores que os considero tipos excepcionales, porque os atrevéis a decir que “sí” en lugar de refugiaros en la negativa y dejar que todo sea más fácil, insulso, pero fácil.

La próxima vez que os descubráis a vosotros mismos deseando abordar a ese ser maravilloso que camina adornado por curvilíneos y exquisitos atributos incendiarios para vuestros espíritus, ignorante de vuestra presencia, con esos dos soles coloreados que tiene por ojos que se os antojan cada vez más cargados de una actitud distante y severa, habrá llegado el momento de elegir. Allí estará el “miedo al abordaje” para recordaros a qué grupo pertenecéis, al de sus admiradas amistades extraordinarias, o a aquellos a quienes mira por encima del hombro mientras reculan amedrentados ante su imponente presencia, incapaces de caminar a su lado… A estos, siempre les quedará Internet, y serán uno entre mil doscientos en dos meses.
No sé a vosotros, pero para mí, este sentimiento cobra muchísima fuerza.


Dedicado a todos aquellos que comparten conmigo el amor por el Juego, con sus cimas y sus valles inevitables.
Dedicado a ti, que caminas a mi lado ¡Que sepas que es un auténtico placer!


Fijaos en la chica de la ilustración. Es preciosa, ¿no es cierto? Una auténtica belleza de atractivo insoportable… ¡Y da auténtico pavor!
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viernes, 24 de abril de 2009

Di que si

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DI QUE SI
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“Si, si, si… Decidlo un millón de veces ¡Si! Y luego, un millón de veces más. Y la palabra que habréis dicho dos millones de veces es… ¡Si!”

No hace demasiado tiempo, acudí al cine –acompañado de una chica, por supuesto– a ver en la gran pantalla la última película de Jim Carrey. El cómico actor al que adorara de niño hacía tiempo que había dejado de hacerme gracia, sin embargo, las críticas acerca de su nuevo trabajo para el celuloide (que como todos sabemos, acostumbran a ser ácidas y mojigatas en extremo) parecían prometer un rato divertido.
Lo cierto es que disfruté mucho del largometraje y el bueno de Jim logró, como antaño, arrancarme más de una sonora carcajada; sin lugar a dudas, la historia consigue dibujar una sonrisa perenne en el rostro del espectador a lo largo de toda su duración.
La trama discurre alrededor de un divorciado desganado que afronta la vida con la mayor de las desidias. Rechaza de manera sistemática cualquier propuesta, a menudo nacida de sus mejores amigos, que tratan de hacerle ver lo trágico que resulta para uno mismo vivir encerrado en una autodestructiva rutina, caracterizada por la incuria, que lo lleva de casa al trabajo y del trabajo a casa, con película de videoclub para el enclaustramiento del fin de semana.
Sin embargo, todo cambia cuando el protagonista se ve arrastrado por un antiguo colega hasta un particular seminario de autoayuda; a partir de entonces, únicamente podrá decir que “si”a toda propuesta o petición, revelándose ante él una imparable sucesión de anécdotas y experiencias que lo llevan a experimentar un profundo y enriquecedor –aunque cómicamente radical– cambio de actitud ante la vida, todo esto antes de que el largometraje empiece a verse salpicado por esos extraños tintes románticos que caracterizan ya a todas las comedias americanas, momento en que este comienza a hacerse previsible y menos divertido.

Entre risas, la pantomima me hizo reflexionar sobre esa sencilla regla que aquel ficticio gurú promovía entre sus muchos seguidores: ¡DI QUE SI!
Desde hace largo tiempo guardo entre mis notas aquellas destinadas a dar forma a un artículo que tenía previsto dar a luz con el título de “estrésate un poquito”, invitando a mis lectores a hacerse con una agenda en la que distribuir sus actividades con el objetivo de tener siempre algo que hacer y que jamás cunda la inapetencia.
Lo cierto es que la apatía es una costumbre. El hábito remolón no tarda en engendrar una desgana que, si continúa reafirmándose en el individuo confinándolo en la comodidad de su hogar, termina por devenir en aburrimiento.
El aburrimiento implica una actitud depresiva por definición, puesto que la distimia – término psicológico para referir una depresión a menor escala– se caracteriza precisamente por el abandono y la falta de interés hacia cuanto nos rodea. Cuando se impone el hastío, elementos como un estado de ánimo bajo, el deterioro de las relaciones sociales y la sensación de fatiga física comienzan a ser cada vez más frecuentes, por lo que es algo definitivamente reñido con lo que aquí llamamos Juego Interno.
En definitiva, podemos decir que estar ocupado ahuyenta las preocupaciones y nos regala una vida más rica –con más estímulos de los que aprender y disfrutar–, mientras que la apatía se ve irremediablemente acompañada por un exceso de actividad mental a menudo compulsiva que, como sabemos, tiene un predominio egótico y por tanto es fuente de sufrimiento emocional y baja autoestima. Con motivo de esta verdad, encontramos servicios como la relativamente novedosa Terapia Ocupacional, disciplina sociosanitaria que, si bien su principal función es la utilización de actividades de automantenimiento, trabajo y juego para incrementar la función dependiente de aquellos con dicha capacidad limitada o en riesgo, se revela imprescindible para prevenir o hacer frente a trastornos depresivos.
Amigos míos, el aburrimiento y la monotonía son peligrosos, y el hábito de entregarnos a ellos una amenaza silenciosa. Esto no quiere decir que no podamos regalarnos a nosotros mismos un día de descanso en el que regodearnos en el placer de nuestra propia holgazanería, pero tal cosa no debería convertirse nunca en una regla.

Tanto la actividad física como el entretenimiento mental –enfocándonos en tareas– son requisito fisiológico indispensable para una realidad interna sana.
El ejercicio aumenta el flujo sanguíneo y por tanto la oxigenación de todos los tejidos, ¿has observado lo lánguido y mustio que te sientes cuando permaneces horas y horas tendido en el sofá después de haber dormido un exceso de horas? El tono muscular baja tanto que lo único que deseas es permanecer tumbado mientras la desidia atenaza más y más nuestros corazones. Por otra parte, cuando nos entregamos al esfuerzo y el sudor resbala por nuestra frente agotada, todas las preocupaciones parecen desaparecer mágicamente, no solo por el aumento de la presión sanguínea –que favorece la eliminación renal de toxinas y demás productos de deshecho– y la oxigenación de nuestro cerebro, sino también gracias a la acción de las renombradas endorfinas, auténticos opiáceos endógenos.


Así como solemos centrar nuestra atención en aquello que anda mal en lugar de hacerlo sobre lo que marcha bien –que normalmente supera el 90% de todos los elementos que conforman nuestras vidas–, la mayoría de nosotros parecemos estar condicionados a decantarnos inicialmente por el “no” y permanecer en la anodina zona de confort de la que tanto se habla en la Comunidad.
Quizás sea porque atreverse a decir que si siempre implica un riesgo, o porque lo desconocido, aún a pequeña escala, siempre ha intimidado al ser humano –o inspirado a otros que recordamos como extraordinarios–, a menudo la reacción será refugiarse en una negativa cuando aparece una nueva puerta ante nuestras narices, desde probar una marca de cereales diferente para el desayuno hasta decidir si nos vamos o no de viaje a Zanzíbar.
Por tanto, se me antoja tremendamente positivo elaborar una sencilla regla mental que fácilmente podamos extrapolar a todos los aspectos y circunstancias de nuestra vida cotidiana, la cual no podrá sino enriquecerla considerablemente. Cometeremos más errores, es cierto, y quizás nos veamos más de una vez en alguna situación incómoda, pero con esto ganaremos nuevas vivencias y experiencias de las que sacar jugosas lecciones, además de todos los descubrimientos y anécdotas que con toda seguridad vamos a cosechar. Dicha pauta se traduce en adoptar el hábito del “si” y arriesgarse a la aventura fuera de esa zona de comodidad en la que gusta de refugiarse nuestro subconsciente adormecido, cosa imprescindible para los que estamos involucrados en las Artes del Corazón ­–con su práctica y desarrollo­– y el crecimiento personal. Podríamos describirla de la siguiente manera:

Cuando dudas entre hacer o no hacer algo en concreto, oblígate siempre a decir que SI

Cuando tengas claro que algo no te conviene o no va a aportarte nada positivo, un “no” es, por supuesto, la mejor opción. Sin embargo, en todos aquellos casos en que la duda te asalte, recuerda que un “si” siempre es para bien –ya sea en mayor o menor medida– y estará contribuyendo a hacer de ti una persona más abierta, osada y valiente, ¡con todos los beneficios que eso supone en proceso y contenido!
¿No sabes si llamar a aquella vieja amiga de cuya conversación tanto disfrutas? –quizás esté demasiado ocupada o no vea lógica tu actitud después de tanto tiempo– ¡Coge el teléfono! ¿No sabes si acudir o no a esa cena que te han propuesto? ­– no conoces demasiado a algunas personas y existe el riesgo de que no congeniéis del todo, la situación sea incómoda o te sientas fuera de lugar– ¡Confirma ahora tu asistencia! ¿No sabes si abordar o no a esa desconocida que tanto te gusta? –cabe la posibilidad de que no quiera saber nada de ti, eligiendo rechazarte cruelmente y sin contemplaciones– ¡Hazlo ahora! ¡Hay mucho que ganar! Desde depurar tu técnica hasta vivir una apasionada historia con ella.
Conozcamos gente nueva aunque pensemos que quizás no vayan a ser del todo afines a nosotros o no compartan nuestros gustos u opiniones, es muy posible que nos sorprendan gratamente. Del mismo modo, vayamos a sitios aunque creamos que podemos aburrirnos o que existe la posibilidad de que no sean del todo de nuestro agrado; tratemos de pasarlo bien y coleccionar anécdotas aunque en un primer momento podamos pensar que este tipo de cosas no van con nosotros. En resumen, acostumbrémonos a conceder el beneficio de la duda.
Apúntate a alguna actividad que te estimule, cómprate la guía del ocio o atrévete a dar tus primeros pasos con el emocionante Juego Diurno.
Empecemos a decir que si y llenar nuestra agenda de compromisos. Una tarde desocupada debería ser siempre una excepción.

Esta regla, precisamente debido a su sencillez, implica un poderosísimo cambio de actitud que se verá reflejado en todas las facetas de nuestra vida.
Personalmente, me comprometo a ponerla en práctica desde hoy, y os invito a vosotros que me leéis a acompañarme con entusiasmo en este propósito.


¡¡¡SI!!!
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La mirada que nos regala la chica de la imágen se me presenta como la definición de la más deliciosamente descarada acepción de picardía ¡Es la mirada más seductora que soy capaz de imaginar!
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lunes, 23 de marzo de 2009

El Dulce Paréntesis. Las Relaciones Estables Múltiples III

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EL DULCE PARÉNTESIS
LAS RELACIONES ESTABLES MÚLTIPLES III



Este artículo es la continuación de Chubascos en el Paraíso. Las Relaciones Estables Múltiples II

El Retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde es una de mis novelas favoritas. En ella goza de importante protagonismo un noble de lo más carismático llamado Lord Henry, deliciosamente cínico y dotado de una labia endiablada, que ofrece a todo aquel que le rodea intrincadas filosofías y curiosos aforismos. En una ocasión, asegura que la fidelidad conyugal se produce, en el caso de los hombres, porque estos están cansados y, en el caso de las mujeres, porque sienten curiosidad. Unos y otros, asegura, acaban decepcionados.

Voy a haceros una confesión. Desde que me sumergí en el mundo de las Artes del Corazón y comencé a cultivar y desarrollar mis habilidades seductoras he temido el momento en que llegara a conquistar a una fémina lo suficientemente maravillosa como para satisfacer mis infladas exigencias, logrando así ella que me planteara la posibilidad de una relación exclusiva. Secretamente, esperaba con aprensión el día en que tuviera que elegir entre este estilo de vida que tantísimo me ha hecho crecer –que tantas puertas y, por qué no decirlo, también piernas femeninas, me ha abierto– y el dulce retiro que me ofrecía la chica ideal que había conocido.
Sin embargo, como formulaba en el artículo que precede a este que ahora leéis: "cuando tenemos acceso a chicas que nos entusiasman de verdad, que nos maravillan, ¿cuánto tiempo podemos resistirnos a una Relación Estable? ¿Hasta cuándo podemos escapar a ese acariciante retiro?"
Es maravilloso ser un seductor activo y desapegado; comienzas a experimentar una vertiginosa progresión geométrica y ves como se derrumban las viejas limitaciones. Creces enormemente a nivel personal, aprendiendo constantemente de ti mismo y de la perspectiva que te ofrece cada chica que conquistas –o te rechaza, pues también de estas situaciones se obtienen jugosas conclusiones–. Te sientes cada vez más libre y destierras toda clase de dependencia (al menos, siempre y cuando seas capaz de mantener a raya la identificación y la autoadoración) a la vez que vives con el estímulo y la excitación que ofrece la novedad. Nueva chica, nuevo cuerpo que explorar, nueva mente que descubrir, nuevas lecciones que aprender… Esto es un tesoro, y por este motivo estoy inmerso en el mundo de la seducción.

Debido a estos pensamientos, los dos textos anteriores han sido dedicados al fascinante y enriquecedor mundo de las Relaciones Estables Múltiples, cómo instalarlas, mantenerlas y saborearlas. Sin embargo, en el presente artículo voy a hablar de esa chica que logra abrirse paso entre todas las demás, de ELLA, la que podría convertirse en nuestra Relación Estable.
Cuando has conocido a una persona tan estupenda y con la que te sientes tan a gusto, alguien con quien crees que puedes experimentar un crecimiento mutuo y compartir al menos una parte de ese largo camino que es nuestra vida ¿Por qué no mantener con ella una relación exclusiva por muy hábiles en el mundo de la seducción que seamos?
Personalmente, llegue a creer que, manteniendo una Relación Estable, estaría perdiéndome algo: la oportunidad de continuar conociendo chicas mejores y manteniendo Relaciones Estables Múltiples más excitantes. También temía que, en mi retiro conyugal, las habilidades que había desarrollado se atrofiaran y gran parte de lo que había logrado construir se perdiera.
Sin embargo, es cierto que la experiencia de la auténtica Relación Estable, ese reconocimiento recíproco, no puede encontrarse en otro lugar.

A tenor de estos asuntos, me resultó muy revelador leer en su momento a Marcia Grad –en su libro titulado Carisma, una obra más que recomendable–. Esta, hablaba de lo erróneo de pretender la perfección de la pareja. Que nadie se rasgue las vestiduras todavía, pues ya son muchas las veces que he proclamado y realizado apología acerca de tener selectos estándares y confiadas exigencias en cuanto a chicas se refiere (calidad frente a cantidad, sin lugar a dudas). Marcia Grad no habla en ningún momento de conformismo, sino de que ninguna pareja va a satisfacer absolutamente todas nuestras necesidades sociales; exigirle por tanto tamaña responsabilidad seguramente acabará por abrumarla y, culpándola de nuestras decepciones, una relación que de otro modo podría ser tremendamente enriquecedora se deteriorará rápidamente.
Así como tenemos un amigo con quien practicar nuestro deporte favorito, otro al que acudimos para hablar de nuestros pesares y otro con quien salir a reír y disfrutar de una noche de fin de semana, nuestra pareja nunca debería ser considerada como alguien capaz de abarcar y satisfacernos en todas estas áreas; al contrario, un tipo carismático sustenta estas necesidades en una cuidadosa selección de círculos sociales –amigos, familiares, etc.– de los que la pareja es solo una pieza más, que aunque especialmente valorada e importante, nunca podría sustituir a las demás (o no debería hacerlo, aunque por desgracia todos conocemos el caso de noviazgos dependientes y absorbentes con importantes dosis de disfuncionalidad).
En lugar de pretender hallar la perfección –inexistente en la naturaleza–, Marcia nos anima a considerar qué características son imprescindibles por deseables en una posible pareja estable y, por el contrario, qué defectos (pues todos contamos con una nutrida gama de ellos) somos incapaces de admitir en ella. Cuando alguien se ajuste a estos esquemas, quizás intentar una estabilidad pueda merecer la pena.

En cualquier caso, es importante escapar de los tóxicos y limitadores condicionantes sociales, completamente obsoletos, que nos hacen pensar en el noviazgo como una antesala al matrimonio. Esta idea nos aterra a los practicantes de las Artes del Corazón, pues supone cerrar alrededor de nuestros miembros –estoy hablando de las muñecas, mentes maliciosas– un grueso y pesado grillete, dorado, pero un grillete al fin y al cabo.
Con frecuencia se dice tras una ruptura que la relación larga “salió mal” ¿Por qué diablos ha salido mal? ¿Porque no ha acabado en boda? Desde mi punto de vista, una relación habrá fracasado no cuando llegue naturalmente a su fin, sino en el caso de que no haya habido aportes mutuos ni aprendizaje alguno.
Cambiemos esta perspectiva –en mi caso, dicha concepción me ha alejado temeroso de la estabilidad de pareja desde siempre y me ha supuesto una dificultad importante de cara a comprometerme– y consideremos un noviazgo como caminar juntos durante un periodo variable de tiempo, no como colocarnos forzados el grillete de la esclavitud emocional.
Perfectamente podemos vivir con alegría unos meses de Relación Estable exclusiva y, pasado este tiempo, regresar al campo a recuperar la agilidad perdida sin arrepentimiento ni herida emocional, sino una experiencia y un precioso recuerdo, puede que incluso una amistad duradera (fue precisamente una queridísima REM la que me hizo creer y desear que todas mis relaciones caducas acabasen en una amistad; al fin y al cabo, elegí a esas chicas por ser maravillosas, y por mi parte merece la pena intentarlo).


Ahora es mi deseo elevar una señal de peligro, puesto que con demasiada frecuencia he sido testigo de relaciones tremendamente disfuncionales, en el caso de buenos amigos y conocidos, y también dentro de la Comunidad a lo largo de mi etapa de foro.
Una relación exclusiva debe ser construida desde el crecimiento mutuo, no desde el temor por perder a nuestra pareja. Sin embargo, los seres humanos con frecuencia tendemos a cerrar una celosa exclusividad por este último y tóxico motivo, forjando poderosas dependencias emocionales que deterioran muy profundamente nuestro Juego Interno y hacen voluble nuestra autoestima (como sabéis, la autodependencia emocional es para mí uno de los tres pilares fundamentales de una realidad interna sólida y sana).
Por este motivo, cuando uno siente de pronto la necesidad apremiante de “cerrar el trato de fidelidad” y se encuentra a sí mismo preocupándose paranoico acerca de las posibles intenciones de su chica con otros hombres, algo está fallando.
Por supuesto que esta clase de inducción a la relación estable es propia de personas con un Juego Interno débil (baja autoestima e ineptitud emocional que los lleva a edificar rápidas dependencias en todo, no solo las mujeres) y aquejadas por una profunda Mentalidad de Escasez, fruto de inseguridad y dudas acerca de la propia capacidad para seducir o gustar a aquellas del bonito sexo opuesto.

Cosas así no solo ocurren en los hombres, sino también en las mujeres que, por ser con frecuencia más emocionales, muchas veces se ven encerradas en una relación ancestral con un tipo mediocre de la que no se atreven a salir por miedo a encontrarse solas. La identificación egótica con el papel de “novia” y la dependencia emocional que mantienen con el tipo en cuestión hacen que una posible ruptura sea para ellas como una auténtica mutilación de su psique. Estas son las chicas con novio a las que seducimos por las noches y, puesto que no entiendo porqué debemos respetar las relaciones ajenas (pues es precisamente ella la que debe decidir estas cosas y no nosotros), os animo a que liberéis tantas de estas almas como os sea posible, mis queridos seductores. Al fin y al cabo, si una chica mantiene una Relación Estable satisfactoria y enriquecedora, no os besará por muy buen Juego que seáis capaces de desplegar.
A mis Relaciones Estables Múltiples más atractivas les entran chicos constantemente con la sana intención de seducirlas. De hecho una de ellas, que frecuenta un lugar madrileño famoso por su afluencia de seductores, a menudo me cuenta anécdotas en las que un iniciado en estas artes le dedica un abridor descalibrado o un nega mal escogido (por si tenéis dudas, nunca le he hablado acerca de la Comunidad de seducción).
Precisamente, el hecho de que a mi no parezca importarme si ellas ligan o no es una situación nueva que las desconcierta profundamente, pues están acostumbradas a toda una legión de hombres deseando forjar con ellas una relación exclusiva cuanto antes; el efecto que este desconcierto provoca en las chicas con las que mantenemos una REM a menudo ocasiona, por un lado, temor a la pérdida y duda acerca de sí mismas al interpretar una sobrada confianza en aquel a quien pretenden y, por otro, el intenso deseo de ganarse la fidelidad de este chico tan confiado y diferente (principio muy básico en seducción que nos habla de cómo los seres humanos deseamos lo que no tenemos y despreciamos con frecuencia aquello que nos está asegurado). La manera de lidiar con estos dos obstáculos ya la trataba en el artículo anterior.

Todo esto me recuerda la llamada Teoría del Reconocimiento, que descubrí de la mano de Jorge Bucay en su libro El Camino del Encuentro. Dicha hipótesis, referida a los mecanismos en que se forjan las parejas, se centra en cómo la relación con el otro incrementa la valoración que tengo de mi mismo, es decir, se basa en el orgullo egótico de ser necesitado por alguien codiciado.
Esta dinámica como madre de la Relación Estable implica una fortísima dependencia emocional –que, si bien ya la juzgamos indeseable de cara a las Relaciones Estables Múltiples, con mayor motivo lo será en las que son únicas y exclusivas– y afecta al autoconcepto haciéndolo peligrosamente volátil, a la vez que, con el devenir del tiempo, forja una dura adicción por parte de nuestro ego traicionero que terminará siendo muy dolorosa y perjudicial (especialmente en el caso de ruptura, o cuando la relación deje de ser nutricia); construir una relación sobre la dependencia emocional no tardará en convertirnos en lisiados sentimentales. Sin embargo, no por estar reñida con la asertividad (aunque os adelanto que, en pequeñas dosis, su estímulo está muy relacionado con la cualificación como técnica, aunque eso ya es material para otros textos) la Teoría del Reconocimiento es menos frecuente; prevengámonos frente a toda esta clase de disfunciones, claro que si, pero es perfectamente posible realizar una elección higiénica de nuestra compañera ideal partiendo del estilo de vida propio de un seductor eficaz.


Siendo sincero, creo firmemente que las Relaciones Estables Múltiples (periodo activo y desapegado del seductor) y la Relación Estable exclusiva (periodo inactivo, aunque únicamente desde el punto de vista más superficial de todo esto) configuran un ciclo y son indisociables la una de las otras partiendo de una realidad armónica.
Quizás Lord Henry, el personaje de Oscar Wilde, tuviera razón cuando aseguraba que el varón da el paso hacia la fidelidad movido por el aburrimiento y el cansancio, o quizás necesitemos de la perspectiva que nos otorgan ambas posiciones para continuar creciendo como individuos, y también como seductores (soy más partidario de esta última forma personal de enfocar el asunto).
Al fin y al cabo, lo cierto es que la estabilidad real no existe.
Todo en la vida y la naturaleza sigue un ciclo de crecimiento y destrucción –aceptar esto, el cambio, es un camino necesario para alcanzar la felicidad y una exigencia para construir un Juego Interno fuerte–, y al igual que la planta pierde su verdor y agoniza en los meses más fríos para resurgir con la llegada de la primavera más frondosa y colorida que nunca, empiezo a pensar que no hay Relaciones Estables Múltiples sin relación exclusiva. Del mismo modo, ninguna Relación Estable dura tal como la forjamos eternamente, aunque el ser humano se haya empeñado en que así sea para garantizar la estructura social que tenemos hoy en día.
Este artículo es especialmente importante para mí, pues a través de estas reflexiones creo haber asimilado algo importante acerca de la exclusividad y, del mismo modo, haber perdido también el temor y rechazo categórico al compromiso. Quizás esté preparado ya para una Relación Estable, sin tener que renunciar a las Artes del Corazón en un sentido amplio.

Evitar besar y acostarnos con otras mujeres no nos impide necesariamente jugar a seducirlas –aunque sí es cierto que limita en gran medida el uso de determinadas técnicas–. Del mismo modo, estos periodos pueden ser aprovechados para el implemento de otras facetas y características no relacionadas directamente con la obtención de los cálidos placeres que esconden las damas entre las piernas (como lo son precisamente el Juego Interno, la personalidad y el resto de habilidades sociales).
Se puede llegar muy lejos en una interacción sin llegar al encuentro íntimo ¿Qué hay de malo en ser lo que en el argot más mundano llamamos un “calienta bragas”?


En síntesis. Así como la búsqueda desesperada de un noviazgo aleja al varón de su sistema de estándares y lo lleva a erigir peligrosas dependencias, acercándolo y alimentado aún más la existente ineptitud emocional y social, el rechazo categórico hacia la Relación Estable tampoco está exento de disfuncionalidad. Es importante, por tanto, dejar de considerar el emparejamiento exclusivo como un pacto eterno y debilitante, o en cuyo nombre tengamos que realizar sacrificios.
Perfectamente podemos retirarnos una temporada y renunciar a los besos de tantas; tan pronto como la balanza vuelva a decantarse hacia el aparente desapego de las Relaciones Estables Múltiples, seremos libres de regresar con alegría al terreno de juego –eso sí, con el recuerdo de una bonita historia y una nueva lección aprendida–. Mientras tanto, nada nos impide permanecer calentando en la banda…

Fin
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miércoles, 11 de marzo de 2009

Nace Proyecto Madrid (noticia)

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NACE PROYECTO MADRID
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Tengo el placer de notificaros del nacimiento de Proyecto Madrid.


Recuerdo como si fuera ayer el día en que conocí a Rápsoda y Mr. Bitches (también a Roby, si lees esto, no me olvido de ti, amigo mío). Mis andaduras por el apasionante mundo de la seducción podían resumirse a los escasos meses estivales y aún me sentía algo torpe y desorientado, sin embargo, los resultados que había obtenido desde que empezara a aplicar las primeras premisas teóricas habían conseguido avivar aún más las llamas de la ilusión, que refulgían impacientes en mi corazón y estómago mientras me arreglaba delante del espejo, preparándome para la noche en que conocería a mis futuros alas.
Las ganas de reunirme con personas como yo, entusiastas y ávidas por mejorar sus talentos, me impedían imaginar siquiera que los tipos que fuera a encontrarme pudieran no resultar de mi agrado –al fin y al cabo, jamás me había reunido con nadie a través de Internet–, al contrario, la idea de ayudarnos mutuamente, comentar y departir a tenor de nuestras experiencias en el campo, y correr juntos en pos de los voluptuosos tesoros que las maravillosas féminas guardaban para nosotros, se me antojaba de todo punto irresistible.
Tuve mucha suerte. Aquella noche de Septiembre me encontré por vez primera con quienes compartiría tantas historias, con quienes recorrería este enriquecedor camino –que, en algunos tramos, puede tornarse escabroso–, con quienes aprendería tanto y comprendería tanto… Con quienes forjaría una valiosísima amistad.
Si, aquella noche conquistamos literalmente la terraza madrileña de Ananda, quizás ayudados por ese Principio Favorable al que se refiere Paulo Coelho en su novela El Alquimista, ese que parece asistir y beneficiar a aquel que se aventura en pos de sus sueños a lo largo de sus primeros pasos. Los grupos de chicas se rendían a nuestro encanto desenfadado y, pese a acabar de conocernos, parecíamos actuar extrañamente sincronizados y compenetrados; hubo muchas mujeres, incluida una de las chicas más bonitas que jamás haya podido cautivar, precisamente aquel primer día… Era como si, juntos, nuestras aún desatinadas aptitudes funcionaran amparadas por alguna extraña influencia sinérgica. Aquella inyección de enardecimiento logró unirnos poderosamente, mientras que la ilusión, la adrenalina y la creciente amistad hicieron el resto ¡Era cierto! ¡Esto era posible! ¡La seducción no era una ficción!

Desde entonces, Rápsoda, Bitches y yo hemos seguido creciendo en el mundo de la seducción, viendo nuestras destrezas desarrollarse y prosperar hasta el día de hoy. Resulta difícil explicar la clase de afecto que les tengo a ambos puesto que, para mí –el único que nunca tuvo tintes de Natural– esto ha sido una auténtica revelación; no son solo grandes amigos, sino también mis compañeros de viaje, un viaje muy especial en busca de maravillosos tesoros –y no me refiero solo a aquellos que las mujeres guardan entre las piernas–. La seducción es algo que te cambia, y cambiar junto a alguien, es algo que une. Supongo que Proyecto Madrid viene a representar todo esto, al menos desde mi punto de vista, o es mi deseo que así sea.

La primera vez que concebimos Proyecto Madrid, este iba a ser un blog donde recopilar todos los artículos que fuésemos pariendo, rescatándolos así se ser sepultados bajo la avalancha de nuevos hilos que surgían en los cada vez más populares foros de seducción. Más adelante, comenzó a ilusionarnos la idea de convertir la web en un punto de encuentro para los seductores madrileños verdaderamente comprometidos con su propia mejora personal.
Sin embargo, debemos reconocer que, de no ser por mi admirado Cyberian, seguramente no estaría ahora anunciándoos a través de mi bitácora el nacimiento de Proyecto Madrid. Cuando este avezado artista venusiano se unió a nuestras filas, llegó a ilusionarse tanto por el boceto que, desde entonces, ha sido quien ha espoleado nuestros en ocasiones perezosos traseros para que hoy nos sea posible ofreceros el susodicho espacio. Nos animó a concebir Proyecto Madrid como algo mucho más grande, un verdadero referente en la capital, un lugar auténtico y reconocido por su calidad, un punto de encuentro para la ilusión y el entusiasmo.


Proyecto Madrid llega a nosotros con la intención de devenir en ese trampolín sobre el que saltamos antes de zambullirnos en las profundidades del apasionante mundo de la seducción, con sus diversos enfoques, alejándonos del misticismo y las visiones indubitables, decantándonos por un modelo natural, armónico y, sobre todo, divertido y enriquecedor a todos los niveles.
En la página encontraréis artículos, ensayos, un buzón de consultas –en el que daremos forma de artículo a aquellas que sean de interés– y mucho más, incluyendo la organización de eventos tales como charlas, conferencias y talleres (aunque yo, al menos por el momento, me mantendré al margen de la actividad docente que implican estos últimos por diversos motivos).
¡Tengo el enorme placer de presentaros Proyecto Madrid y daros a todos la bienvenida!
Esta es vuestra web, espero que la disfrutéis:

www.proyectomadrid.com

Algunas secciones aún están desactivadas o faltas de contenido, os ruego paciencia, la web está dando sus primeros pasos y es nuestro deseo que sea algo muy vivo, en continuo crecimiento, por lo que veréis en ella actualizaciones constantes (la sección “Bitácora” ha sido ideada para reflejar por orden de publicación todos estos nuevos añadidos).

Un fuerte abrazo

P.D.: por si a alguien le surge la duda, este blog seguirá funcionando pese a mi completa implicación en Proyecto Madrid ¡Seguís teniendo una cita también en este espacio!

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martes, 10 de febrero de 2009

Más sobre la identidad del seductor

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MÁS SOBRE LA IDENTIDAD DEL SEDUCTOR


Hace algunos meses escribí un artículo titulado La Identidad del Seductor; Besos Junto al Mar, con el que además inauguré muy apropiadamente este espacio.
El texto encerraba una idea que cobra especial relevancia para mí en cuanto al aprendizaje y práctica de la seducción se refiere: en síntesis, hace referencia al hecho de que muchos acabamos por identificarnos con la etiqueta de “seductor”, que nos colgamos satisfechos y, reconozcámoslo, también vanidosos.
Está concepción de uno mismo es una poderosa forma de ego y, a partir del momento en que se reafirma en nuestro sistema de convicciones, no tarda en esclavizarnos engendrando toda una colección de negatividades relacionadas con mantener esta identidad en el tiempo psicológico.
Puesto que hemos hipotecado nuestro sentido de realización personal –al menos hasta cierto punto, y no olvidemos que, para el ser humano, las relaciones sociales y con el sexo opuesto son fundamentales debido a nuestra naturaleza gregaria– sentiremos ansiedad por estar a la altura de nuestro ego seductor, miedo de que se deteriore (perdiéndose así la felicidad que nos otorga) y nos veremos movidos a luchar por reafirmarlo, a través de actos y conquistas, en una eterna esclavitud repleta de intranquilidad y desasosiego, obligados a demostrarnos continuamente a nosotros mismos que seguimos siendo afinados tenorios.

Me gustaría profundizar un poco más en esta idea, a mi modo de ver tan importante para aquel que verdaderamente ha experimentado un cambio con el aprendizaje de estas disciplinas, reavivarla, y plantear una forma para describirla más sencilla y fácil de comprender.

Todos sabemos lo peligrosa que puede resultar la expectativa en sí misma (que no el deseo), tanto para el seductor que se lanza al abordaje de una bonita fémina como para aquel que desea eliminar la desilusión y la negatividad originada en el rechazo al momento presente por nuestro ego impostor.
La clave para garantizar una realidad interna sana, sólida y asertiva podría resumirse fácilmente con el siguiente aforismo: acepta en lugar de esperar.
Bien, pues puedo atreverme a decir con rotundidad que considerarse un seductor es en sí mismo una expectativa.
Veamos:

Soy un seductor porque cautivo a las mujeres y conquisto sus besos (en el argot de la Comunidad, del que poco a poco me voy alejando, obtengo “cierres”), y el hecho de lograr estas conquistas es precisamente lo que me convierte en un seductor.
Evidentemente, si soy un seductor, tengo que seducir mujeres, porque si no consigo adueñarme de sus besos, significará que no soy un seductor.
Si ser un seductor me hace feliz porque implica, por una parte, la realización personal y, por otra, el cálido placer de la supuesta admiración ajena, y en este momento no estoy cautivando a fémina alguna ni gozo de su buena disposición hacia mí, la conclusión es que habré dejado de ser un seductor y, por tanto, habré dejado de ser feliz.
Si además hubo un tiempo en que osé considerarme un gran seductor, regodeándome de este modo en el traicionero y volátil sentimiento de autoadoración, más dura será la caída y la nostalgia cerrará su fría garra sobre mi subconsciente distraído
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Aunque pueda parecernos una trivialidad, lo cierto es que el verbo “ser” puede llegar a resultar francamente tóxico a nivel subliminal. Tener el hábito de pensar en lo que somos (en función de nuestros actos) en lugar de lo que hacemos (más relacionado con el verbo “estar”, que implica un estado y no una condición) nos acarrea continuamente identificaciones, papeles egóticos que nos impiden disfrutar de nuestra realidad aunque, en ocasiones, nos regale jugosos caramelos de exaltación con cada triunfo al que nos hace adictos. Este planteamiento, desde mi punto de vista, es especialmente importante en el caso de los que nos gusta seducir mujeres, puesto que las relaciones con el sexo opuesto están doblemente imbuidas de orgullo y relacionadas con la aceptación de uno mismo a través de la validación ajena, reconozcámoslo.

Si sacamos el proceso mental que asociamos a la identidad del seductor de su contexto psicológico, descubrimos lo absurdo que es dejarnos afectar por ella.
Por ejemplo, supongamos que te gusta la música y por eso aprendes a tocar la guitarra. Lo haces porque te gusta tocar el instrumento y paladear el timbre de cada nota que provocas con tus dedos, no porque pienses que, cuando seas un guitarrista, entonces serás feliz y tu ego estará contento. No, eres feliz tocando la guitarra, eso es todo, no sientes la necesidad de considerarte un guitarrista.
Del mismo modo, te gustan las chicas y por eso las seduces, no tienes porqué considerarte un seductor ni esperar a sentirte realizado siéndolo. Eres feliz ahora en la práctica, no mañana con la conquista de identidad o título alguno, por que dicho objetivo nunca será definitivo.

Desde mi punto de vista, lo más lógico es enfocar todo esto como el aprendizaje y desarrollo de una habilidad, en lugar de tomárnoslo como una transformación reseñada.
Se trata de progresar en el uso recreativo de nuestros talentos cautivadores, no de cargar con la cruz de creer haberse convertido en un seductor.
Sé un tío que arriesga, sé alguien que ha decidido optar por la mejora personal, sé un hombre al que le gustan mucho las chicas o, simplemente, sé, pero no seas un seductor.


En realidad, esta distorsión existe en gran parte porque existe la Comunidad de Seducción que, con frecuencia, lleva implícito un modelo –o varios–.
Cuando Mystery describió al Pick Up Artist, el PUA, dejó de ser un instructor que ilustra a sus alumnos en la práctica del ligue para convertirse en alguien que transforma al tipo medio estandarizado (torpe en sus relaciones con mujeres) en un PUA, un seductor irresistible con un éxito abrumador.
No se trata ahora de debatir o reivindicar si las expectativas son creíbles o no, sino de darnos cuenta del cambio de concepto, inocuo a priori, que se torna peligroso cuando, en lugar de comprender que estamos aprendiendo una disciplina y esta no nos define por sí misma ni nos valida a ojos de nadie –ni a los propios–, nuestros esfuerzos terminan por ir dirigidos a experimentar una metamorfosis.
Ser un PUA era –o es– un galardón diferenciador, una medalla deseable para que un tipo con baja autoestima pueda llegar a descollar y diferenciarse.
Nuestras habilidades forman parte de nosotros, pero somos mucho más y, por tanto, todas son discriminables. El deseo por ser un seductor no debería crearnos inquietud, simplemente porque únicamente podemos ser un seductor ahora mismo; si estás seduciendo, estás siendo un seductor, y cuando estás tocando la guitarra, estás siendo un guitarrista. Eso es todo.
Este es el motivo por el que la realidad con la que afronta un Natural o un autodidacta este ejercicio siempre es más higiénica. Por de pronto, dado que no existe un modelo con el que compararse negativamente, únicamente ve sus propios progresos. Además, como estamos comprobando, al no existir la expectativa de convertirse o ajustarse a esa pauta en concreto, puede saborear y personalizar cada paso que va dando sin que su ego tenga miedo de perder una identidad que jamás se ha forjado.

Olvidémonos del ser o no ser y el posible caché que eso pueda proporcionarnos, en lugar de eso concentrémonos en disfrutar del proceso de seducción y, por supuesto, de las mujeres que verdaderamente nos gusten.
En cualquier caso, todo el mundo debe saber que aquí NADIE HACE NADA EXTRAORDINARIO. Todos, y repito, todos los que practicamos las Artes del Corazón somos tíos normales, porque que un chico ligue con una chica es precisamente lo normal. Es así, los hombres y las mujeres están diseñados para gustarse.

En cualquier caso, lo cierto es que no soy un seductor porque tampoco hago hoy por hoy lo que hace el seductor tipo que todos hemos conceptualizado, el PUA de Mystery que, armado de astucia y una buena colección de enlatados, se hace notar en toda la sala y charla animadamente con todos los grupos de chicas. Aunque es cierto que una vez lo hice, y reconozco que es una práctica muy divertida.
Recuerdo, hace algo más de año y medio, cuando recorría los bares de Huertas –una zona muy frecuentada por Aven, PUAs y toda clase de seductores categorizados aquí en Madrid– observando cuidadosamente a mi alrededor con la esperanza de reconocer a uno de estos portentos. Las proezas que de sus manos había leído en los foros me convertían en un entregado admirador, y creí encontrarme con tres de los moderadores de por aquel entonces en uno de los locales: eran altos, bronceados y terriblemente atractivos. Las expresiones de estos tres adonis reflejaban una seguridad absoluta y una altivez orgullosa, allí, situados en el centro de la pista mientras gozaban de la atención de un grupo de chicas. Recuerdo que uno de ellos lucía una camiseta sin mangas para mostrar un cuerpo extremadamente duro y musculado, mientras que los otros dos vestían con camisa brillante y coloreada bajo una americana de la mejor confección. Su mirada, su forma de moverse… ¡Debían de ser los tipos más alfa del mundo! ¡Tenían que ser ellos! ¡Los PUA!
Pues si, es cierto que lo que leemos en la Comunidad puede confundir al lector, haciéndole creer que algo es más impresionante de lo que realmente es cuando despojamos el material de los colores fabulosos que nuestra subjetividad le otorga. No es así, un seductor es un tipo normal, sin más, aunque valiente y comprometido con su desarrollo –que no es precisamente poco–.

Pese a todo, es preciso reconocer que la Comunidad, para aquel que se inicia, también es una fuente de inspiración, y esto es algo muy positivo si uno es mínimamente competitivo (es cierto que el exceso de competitividad es perjudicial y narcisista, pero en pequeñas dosis desprovistas de enajenación propulsa al individuo y lo espolea en pos del éxito). Gracias a la existencia de la Comunidad algunos comprendimos que todas estas disciplinas que aquí nos ocupan podían ser entrenadas y aprendidas. Podría decirse que la Comunidad es en sí una creencia, una que nos abre puertas y nos enseña a tener fe en nuestras habilidades potenciales; quizás por eso muchos gurús se comportan como profetas. En cierto sentido, lo son.


Desearía señalar también, para que no haya equívocos o pueda malinterpretárseme, que alejarse de la identificación con la etiqueta de “seductor” no está en absoluto reñido con la práctica y el entrenamiento de las actitudes y técnicas que a este se le suponen ¡Todo lo contrario! Muchas veces he subrayado la evidente necesidad de practicar asiduamente como único medio para el desarrollo de estas habilidades, lo que pretendo, es que esto sea percibido precisamente como tal, el entrenamiento de un talento, y no una constante demostración a nosotros mismos –y a cuantos nos rodean– de que somos habilidosos cautivadores y nos ajustamos a los comportamientos esperados en uno de estos tenorios. No nos esclavicemos a esa idea y librémonos así de una carga tan innecesaria y obsesiva.
Es fundamental ser constante y comprometido con nuestra mejora en este ámbito –como en cualquier otro– pero si algo te está angustiando, puedes sentirte completamente libre de darte un respiro y permitirte cobrar algo de perspectiva, la práctica de estas artes debe ser concebida como algo estimulante y divertido, no como una obligación estresante.

No somos ni mejores ni peores por ligar con muchas chicas; esto no se trata de transformarse en alguien de mayor valía o reconocimiento, ni mucho menos ajustarse a un modelo idealizado de seductor. Se trata de disfrutar con la práctica y el aprendizaje de una actividad que nos fascina, eso es todo. La identidad es una trampa, una expectativa y, lo que es más ponzoñoso, una dependencia emocional terriblemente exigente que no nos dejará nunca en paz.

Yo no soy un seductor, sólo soy un tipo que ama a las mujeres...
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lunes, 19 de enero de 2009

El Juego Interior. Mis principios fundamentales

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EL JUEGO INTERIOR
MIS PRINCIPIOS FUNDAMENTALES

Importante artículo este que hoy os ofrezco, pues encierra gran parte de mis hipótesis conceptualizadas sobre el Juego Interno.
Voy a compartir con vosotros las ideas más básicas que sustentan El Juego Interior. Pese a que disfruto mucho escribiendo y desarrollando estos, llamémosle ensayos, como decía en el texto presentación de este blog, me he decidido a ir plasmando en diversos artículos mis conceptos más fundamentales sobre Juego Interno de manera lo más sencilla y sintética posible. Aunque a menudo extractar y abreviar implica ser impreciso, estos compendios también me servirán como soporte para construir sobre ellos las redacciones más profundas y desarrolladas a tenor de idénticos asuntos.
No hablaré ahora de seducción. Aunque aborde en muchos casos estas temáticas desde la perspectiva del seductor, las Artes del Corazón no son más que una aplicación del buen Juego Interno y no al revés, como algunos se han atrevido a sugerir.

A mi modo de ver, el Juego Interno abarca tres frentes primordiales que, si bien no dejan de estar conectados entre sí y se retroalimentan recíprocamente, creo que deben ser concebidos y trabajados de forma específica.
Son los siguientes:

o Autodependencia emocional: término acuñado por Jorge Bucay que he decidido adoptar luego de leer la obra del mismo nombre, con sus análisis etimológicos. Anteriormente –en otros artículos– me refería a este punto como Independencia Emocional, sin embargo, por lo que representa y la manera de implementarlo no se me ocurre una forma mejor de bautizarlo.

o Visión Positiva del Mundo: no existen los hechos, únicamente las interpretaciones (aforismo fundamental de Nietzche). No conocemos un entorno objetivo, sino nuestra percepción del mismo; esto aparece directamente relacionado con nuestra actitud y, por tanto, la reacción que cuanto nos rodea tiene hacia nosotros.

o Autoestima: que podríamos denominar también Visión Positiva de Uno Mismo. Este concepto deviene en seguridad, motivación y es clave como combustible para llevar a cabo actuaciones osadas. La percepción de uno mismo también está sujeta a distorsiones, a menudo más agresivas que las externas.

Cada uno de estos tres elementos potencia y facilita la mejora e implemento de los demás y, de la misma manera, actuarán como factores limitantes para el desarrollo del resto. Existen maneras concretas y específicas para trabajarlos por separado, pero su crecimiento debe ser parejo; es como si nuestro Juego Interior fuera una mesa de tres patas, si una falla o es más corta que las demás, será imposible mantenerla en pie.

El Pensador
Cuando hable sobre El Juego Interior o Juego Interno en general, voy a referirme con frecuencia al "ego", haciéndolo desde la perspectiva conceptualizada que Eckhart Tolle ofrece en su obra.
Este autor propone un camino inmediato hacia la denominada Iluminación, un estado de disolución del yo proclamado por los grandes maestros espirituales de todos los tiempos (incluyendo figuras al parecer malinterpretadas como el propio Jesucristo) adaptado a nuestros días y adecuado para el pensamiento y la vida moderna.
La mente vacía de pensamientos, el éxtasis de la aceptación, la ausencia de expectativa y de memoria y la entrega total al presente parecen ser la clave indiscutible de la felicidad esencial.

Para mi, leer a Tolle resulto ser tremendamente revelador, mucho más de lo que podía esperar. Fui capaz de acceder a esos estados de Presencia en los que alejar el sufrimiento egótico y disfrutar de un apacible y placentero ahora independientemente de las circunstancias externas; sin embargo, creí comprender que, al menos para mí –quizás por falta de voluntad o un yo demasiado desarrollado a lo largo de veintitrés primaveras– extinguir el ego no solo era imposible, sino contradictorio con la vida que la mayoría llevamos.
No obstante, aprendí una valiosísima lección que considero CLAVE para el trabajo de cada uno de los puntos que más arriba he enunciado brevemente: observar al pensador y discriminar el ego.
Es por eso que veis la imagen de El Pensador de Rodín en la foto que precede a este artículo, como también es el motivo de que eligiera la afamada escultura como parte del rótulo de este blog. Para mí es la forma gráfica de representar al ego; cuando eres capaz de distanciarte de él y concebir los pensamientos que pueblan tu mente como una entidad discriminada –es decir, separada de ti– ese estado de desidentificación te permite actuar de manera asertiva, observar sus procesos nacidos de creencias condicionantes (lo que denomino trazabilidad) y, punto fundamental para la aplicación de El Juego Interior, corregirlo y condicionarlo.
Este es un mundo creado por y para el ego; está poblado por egos, dirigido por egos y enfocado a los egos. No creo que la sociedad en que vivimos pueda ser concebida como tal al margen del yo rotundo. Por eso, mi idea no es eliminar el yo egotista, sino cabalgarlo y doblegarlo para que trabaje a nuestro favor y no al revés, libre y temeroso como ahora discurre, cargándonos de ponzoñosa negatividad.

Condicionar al Pensador y reconfigurar su tendencia o inercia, ¿con qué fin? ¿por qué no discriminarlo completamente?
Porque todo en nuestro día a día, la forma de vida que llevamos, las personas con que interactuamos, nuestro trabajo, todo cuanto nos rodea es ego que incentiva el desarrollo del propio yo. Acceder al estado de Presencia no resulta demasiado difícil, pero vivir en él continuamente es otro cantar, al menos para mí (el ego es reactivado constantemente, arrastrando sus inercias condicionadas).
Sin embargo, reconocer la dualidad entre nuestra esencia y nuestra mente, en lugar de identificarnos con esta última y sus muchas veces ilógicas reacciones, resulta en una poderosa creencia que nos pone en situación de cambiar nuestros procesos mentales desde la base. Al fin y al cabo, todo es cuestión de creencias y convicciones, absolutamente todo; unas ofrecen nuevas y versátiles perspectivas abriéndonos puertas, mientras que otras restan posibilidades y resultan limitadoras, cerrándolas.
Aunque considero que el ego como tal no es más que la suma de todas estas creencias que hemos ido asimilando, de las que nace el pensamiento inconsciente, concebirlo como una entidad permite por algún motivo discriminarlo y por tanto observarlo de manera mucho más eficaz, distanciada, y sencilla para nuestros procesos mentales.
Esta es para mí la gran perla de Tolle, observar al Pensador, y de ella voy a valerme como principio fundamental para la aplicación posterior de todas las técnicas, ideas y ejercicios que he elegido para el implemento de cada uno de esos tres puntos (autodependencia emocional, visión positiva del mundo y autoestima), descritos anteriormente, que a mi modo de ver configuran el Juego Interno.

Personalmente, abogo por cambiar esa propensión reactiva o descontrolada a través de una reconfiguración activa, utilizando para ello al propio ego.

El pensamiento siembra la emoción
La emoción es la reacción del cuerpo resultante del pensamiento; la manifestación del mismo.
El sentimiento influye poderosamente en nuestra actitud, condicionando a su vez nuestro pensamiento en función de su naturaleza concreta. Esto nos distorsiona en uno u otro sentido, reafirma la creencia que engendró el pensamiento original que a su vez devino en la emoción, y vuelve a repetirse el ciclo interminable. Pensamiento y emoción –en este orden– se sucederán continuamente reafirmando el estado en cuestión y las creencias fundamentales que los vio nacer.
Para romper este círculo vicioso (y, quizás, cambiarlo por un círculo virtuoso que alimente sentimientos y creencias positivas para distorsionarnos felizmente), será cambiar el pensamiento y aceptar, eso sí, la emoción que ya ha surgido (aunque esta pueda antojársenos intolerable).

Resulta sencillo cambiar el pensamiento, es algo que podemos hacer rápidamente, de manera instantánea. No obstante, la emoción es distinta, tarda en florecer. Unas veces crece más rápido o menos rápido, y con mayor o menor fuerza y dramatismo.
La clave está en comprender que todo pensamiento –sea cual sea, incluso aquellos comentarios mentales que nos parecen a priori superficiales y triviales– es la semilla de una emoción.
En algunas ocasiones, o en determinadas situaciones, observamos como un pensamiento egótico puede devenir en un arrebato emocional instantáneo y muy difícil de controlar por su potencial reactivo –en estos casos resulta especialmente complicado ser asertivo–. Sin embargo, no ocurre así con la inmensa mayoría de los pensamientos; estos, necesitan tiempo para germinar y empezar a mostrarnos un reflejo emocional (este es el motivo por el que un pensamiento positivo, forzado en busca de consuelo cuando nos enfrentamos a una situación de negatividad, no logra hacernos sentir bien de inmediato; la emoción/pensamiento negativo han estado retroalimentándose con mucha fuerza y la nueva siembra deberá ser más concienzuda).

Así, los pensamientos que reafirmen una determinada creencia o convicción irán acumulándose como simiente de la emoción que corresponda.
Es decir, cuanto más tiempo dediquemos a pensar en una determinada línea, más intensa y duradera será la emoción que por naturaleza concierna. Tomando como ejemplo las frecuentes divagaciones sobre el malestar circunstancial de cada uno, desde los pensamientos superficiales y en apariencia inofensivos que señalan asuntos como que el día está nublado y eso nos hace sentir mal, hasta los más profundos que retroalimentan la creencia de que nuestra vida es desgraciada –centrándose en aspectos más dramáticos o relevantes de nuestra situación de vida–, todos irán contribuyendo a la forja de una poderosa emoción única y muy condicionada.

Los pensamientos se convierten en emoción, y el sentimiento es lo que verdaderamente distorsiona y determina nuestra actitud, que a su vez facilitará la consecución de nuevos pensamientos parecidos.
La clave está en vigilar nuestro pensamiento para que esos círculos retroalimentados engendren emociones y actitudes favorables (o que nos ayuden a ser más felices y positivos) y reafirmen convicciones beneficiosas.

Vigilancia y Corrección del Pensamiento Involuntario
Lo cierto es que el pensamiento es en extremo difícil de controlar, por no decir imposible; el pensamiento simplemente SURGE.
Personalmente, diferencio dos tipos de pensamientos que he decidido bautizar de la siguiente manera: pensamientos involuntarios o condicionados y pensamientos voluntarios o correctores.

Los pensamientos involuntarios o condicionados son siempre de naturaleza egótica. Pertenecen al aparente libre albedrío de El Pensador y brotan haciendo su particular interpretación de la realidad, siendo responsables de la tóxica identificación con el ego reactivo.
Los pensamientos voluntarios o correctores, por el contrario, constituyen todas aquellas divagaciones mentales que realizamos de manera consciente: el análisis concienzudo de las situaciones, el diálogo interior, el autoconvencimiento y un largo etc.. Estos nos permiten ser asertivos y enfocar nuestra mente con fines prácticos; además, como veremos a continuación, también son la clave para cambiar la actitud del Pensador.
También considero la existencia del pensamiento creativo (que tiene un poco de cada uno), pero no es ahora el momento para dedicarnos a su análisis.

La idea básica que me inspira esta reflexión es que considero que El Pensador involuntario actúa sujeto al hábito, la costumbre de enfocar el pensamiento en una determinada perspectiva. No es que sea venenoso o autodestructivo por naturaleza, únicamente se trata de que, desde jóvenes, nos hemos acostumbrado a una forma de ver las cosas (normalmente, tendemos a focalizar nuestra atención en los elementos negativos o desajustados, dándoles mucha mayor relevancia que a todo aquello que nos haría sentir bien) sin cuestionarnos acerca de las distorsiones internas que podrían estar limitándonos. La actitud del ego es consecuencia de esta inercia condicionada, motivo por el que engendra pensamientos involuntarios sujetos a ese determinado punto de vista y siembra la emoción correspondiente, que como ya he dicho contribuirá a reafirmarlo.
Sin embargo, el poder mental como simiente emocional es idéntico para el pensamiento involuntario y el voluntario, pues ambos son en realidad una sola cosa. La diferencia es que el pensamiento involuntario o condicionado es mucho más frecuente que el voluntario o corrector, puesto que surge continuamente sin que nosotros hagamos nada por compensarlo.
Este es el motivo por el que denomino al pensamiento voluntario como “corrector”, porque puede corregir al pensamiento negativo que aparece fruto del hábito o una perspectiva limitadora. Cuando vigilamos al Pensador, descubrimos la aparición del pensamiento distorsionado, no solo para evitar que determine nuestras acciones y reacciones, sino también para otorgarnos la posibilidad de contrarrestarlo con un pensamiento positivo procedente de una nueva perspectiva más higiénica (esta, por supuesto, debe estar sustentada por una creencia real; no es posible engañarse a uno mismo, aunque si condicionarse).

Observar pensamiento negativo – Formular pensamiento corrector – Agradecimiento

No voy profundizar mucho más en esto por ahora. La idea fundamental es fomentar el diálogo interior estableciendo contrapuntos que, poco a poco, constituyen la siembra de emociones responsables de actitudes más positivas y útiles, además de, poco a poco, ir influyendo en el pensamiento involuntario o condicionado, que acabará por ser exacto a las afirmaciones correctoras que hemos ido utilizando con constancia y tesón.
Vigilancia y corrección del pensamiento, esa es la idea fundamental.

El agradecimiento es el recurso que utilizaremos cuando no encontremos un enfoque positivo de la situación en cuestión. Esto puede ocurrir con frecuencia, normalmente cuando no contamos con una creencia que nos ayude a ver el lado enriquecedor del asunto, o cuando las circunstancias se nos antojen simplemente intolerables desde todos los ángulos. Entonces, el pensamiento corrector será un agradecimiento; este puede ser acerca de cualquier virtud o situación externa que nos sea beneficiosa, siempre existen muchas, muchísimas cosas que podemos agradecer, muchas más de las que podemos lamentar (y que, por desgracia, con frecuencia absorben toda nuestra atención).
Este proceder será especialmente útil, como desglosaré en futuros artículos, como técnica en si misma para mejorar nuestra Visión Positiva del Mundo y nuestra Autoestima.

Forjar un hábito eficiente
Los hábitos nos definen, pues estamos intensamente gobernados por ellos a todos los niveles. Determinan nuestra manera de pensar, de sentir y de actuar.
Para reemplazar la tendencia egótica hacia una determinada distorsión (normalmente fruto de sentimientos negativos, dolorosos o limitantes) deberemos adquirir el hábito de vigilar al Pensador y, a continuación, contrarrestar sus divagaciones involuntarias a través del pensamiento corrector y el agradecimiento.

Con tiempo y constancia, iremos adquiriendo destreza en esta práctica, convirtiéndola en una costumbre a la vez que comenzamos a recoger la nueva siembra emocional que más conscientemente hemos ido sembrando.
Poco a poco, el propio pensamiento involuntario irá cambiando, contribuyendo también a mejorar nuestro estado sentimental y alimentando actitudes positivas y creencias enriquecedoras, que habrán cobrado fuerza e inercia suficiente a través de este proceso o adaptación.

Todo es cuestión de hábitos, y para implementarlos debemos ser constantes. Enfrentarse a una costumbre viciada o limitadora instalada desde hace largo tiempo, como es la de sentirnos mal y deprimirnos, resulta difícil al principio y se hará requeridora de grandes dosis de dedicación.


No deseo extenderme más. Creo que, en mayor o menor medida, he logrado esbozar estas teorías básicas acerca de El Juego Interior.
Continuaré abordando, en artículos posteriores, cada uno de esos elementos que configuran para mí el Juego Interno –autodependencia emocional, visión positiva del mundo y autoestima– y la forma de trabajarlos e implementarlos a partir de los principios fundamentales que he querido describir aquí.


La ilustración que precede al artículo es obra del dibujante Chuck Carlton. Creo que representa espléndidamente las ideas sobre El Juego Interior, con la luz observando al Pensador y los engranajes del imparable pensamiento humano.

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