El Juego Interno lo es todo.
Autoestima, seguridad, visión positiva del mundo… De este conjunto bien enfocado puede extrapolarse un Marco auténtico capaz de transmitir, a través de una personalidad magnética y carismática, una realidad poderosa artífice de nuestros éxitos. Todo lo demás son detalles.
Creo firmemente que el mundo es reflejo directo de nuestra realidad interna, en el juego de marcos y el abrumador y a menudo desdeñado poder la intención. Así, mi visión de la seducción es muy filosófica y natural, aunque en mi estilo directo de propia configuración a menudo disfruto describiendo aspectos muy técnicos.

Para ser un poco más libre. Para cautivar al mundo y dejarse seducir por él.
Yo no soy un seductor. Sólo soy un tipo que ama a las mujeres…


jueves, 28 de mayo de 2009

Mi amigo el "miedo al abordaje"

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MI AMIGO EL
"MIEDO AL ABORDAJE"


Hace algo más de una semana, charlaba con dos buenos amigos, pertenecientes ambos a Comunidad, acerca de la aplicación del Juego a través de Internet y sus diversas redes sociales y páginas de contactos.
Aunque soy consciente de que muchos compañeros obtienen jugosos encuentros a través de estas plataformas, lo cierto es que a mi no me gustan nada; pese a todo, no hace mucho decidí darme de alta en una conocida red social famosa por la disposición al flirteo de sus integrantes… Mi estancia allí no superó las veinticuatro horas, ¿cómo podría describir aquello que me llevó a huir horrorizado?

Ocupado en degustar una rápida cena, mi atención se detuvo en un curioso reportaje que tenía como temática algunas modalidades de ligue. En él aparecía una mujer que, a lo largo de sus escasos dos meses como usuaria del sitio web en cuestión, decía haber recibido la friolera de mil doscientas invitaciones al coqueteo a través de la misma.
Se trataba de una mujer recién llegada a la cuarentena que, si bien es innegable que gozaba de cierto atractivo, estaba muy lejos de ser una belleza arrebatadora.
Ella, con gesto decepcionado, decía a la reportera que, pese a verse sepultada por aquella avalancha de anodinos mensajes virtuales –¡mil doscientos en dos meses!– jamás recibía un abordaje en las discotecas que frecuentaba cada fin de semana. Los chicos no se atrevían.
Como todos hemos podido comprobar, cualquier fémina mínimamente atractiva recibe toneladas de insinuaciones a través de cualquier plataforma destinada al encuentro cibernético hombre-mujer. Desarmados del poder que otorga una apertura bien ejecutada, nuestra invitación a la conversación en la red queda fácilmente diluida entre las de miles de pretendientes, a medida que ella se siente cada vez más desbordada y sus prejuicios se acrecentan. Es innegable, en este ámbito es ella la que elige SIEMPRE –y, en muchos casos, ni siquiera tendrás la oportunidad de intentar desmarcarte, porque seguramente la chica no tendrá tiempo ni ganas de leer atentamente todos los mensajes que recibe–; sin embargo ahí fuera, en el mundo real, eres tú quien elige abordar.

Todo esto me llevó a una interesante conclusión acerca del conocido “miedo al abordaje”, que tanto parece torturarnos en ocasiones alejándonos de nuestros sueños, otorgándome esta una nueva perspectiva sobre el mismo.
Todos sentimos una aguda aprensión cuando se trata de acercarnos a una completa desconocida, y quien diga no sentir estos temores, simplemente miente. No importa cuánta experiencia tengamos o cuán diestros seamos en las artes del corazón, el miedo nunca desaparece del todo y siempre estará ahí, interponiéndose entre ella y tú, exigiendo una y otra vez ese esfuerzo de voluntad y osadía.
Sin embargo, ha llegado la hora de reconciliarse del todo con este sentimiento tan conflictivo porque nos está haciendo un gran servicio, y me avergüenza haber tardado tanto en darme cuenta y poder estrecharle amigablemente la mano, en lugar de oponerme a él y maldecir su existencia.
¡Bienvenido sea el recelo masculino frente a las bonitas desconocidas! Cada vez que lo siento, me regodeo en él y celebro que acuda puntual a su cita, porque si se presenta en mi fuero interno, es que también lo hace en el del resto de varones. La diferencia es que yo aprendí a pasar por encima de él; elegí la mejora personal y, a través de un acto de voluntad, soy capaz de sobreponerme a la congoja paralizante y actuar, mientras que los demás permanecerán inmóviles temerosos de exponerse y ver herida su vanidad. Aquellos que jamás apuestan, nunca perderán, pero jamás saborearán la victoria, ¿hay algo peor que pasar sin pena ni gloria y ninguna lección aprendida?

Si no existiera el “miedo al abordaje” la situación en el mundo real, en las calles y locales de ocio noctívago, sería idéntica a la que nos encontramos en las plataformas cibernéticas de contactos. Ellas vivirían abrumadas por un acoso constante, mediocre y adocenado, y nos recibirían cargadas de prejuicios, manías y convencionalismos. El rechazo inicial –más inusual de lo que muchos creen– sería una norma y nadie podría culpar a las féminas por ello.
El Juego no podría empezar y, como hombres interesados en estas disciplinas, la seducción, nos veríamos obligados a refugiarnos frustrados en el más puro amparo estadístico y tocar todas las puertas a ver cuál consiente en abrir ¡Qué lamentable sería! Sólo de pensarlo un escalofrío recorre amenazante mi espina dorsal.
Pero no es esta clase de temor frío y desesperanzador el que nos visita cuando se cruza en nuestro camino una preciosa desconocida, ¡nada más lejos! De hecho, ese aluvión de adrenalina que invade nuestro torrente sanguíneo despertando la mente, al tiempo que barre la fatiga de nuestro cuerpo agotado tras la larga semana de responsabilidades, es una de las sensaciones más adictivas y emocionantes que el Juego puede brindarnos, cuando las mariposas conquistan la boca de nuestro estómago con su revoloteo agitado.
Ese momento… Esos escasos segundos que acontecen desde el instante en que decides abrir y comienzas a caminar hacia la chica objeto de tu más sensual deseo ¡Ya no hay vuelta atrás! Esos metros de nerviosismo que nos separan de ella te hacen sentir muy vivo y permiten que nuestros sentidos se agudicen. De no existir, el Juego no podría paladearse de la misma manera y sería tan desapasionado como ir al supermercado.
Aprender a disfrutar de esta sensación, de ese “miedo al abordaje”, es fundamental para amar verdaderamente el Juego, y existe una evidente diferencia entre aquellos que practican la seducción con resignación –aún cuando lo hagan con constancia– y quienes de verdad lo saborean a margen de todo lo demás.

Como decía, creo que ha llegado el momento de cambiar el prisma con el que hasta ahora hemos enfocado el “miedo al abordaje” y comenzar a abrazarlo con talante amistoso. Es precisamente él quien hace posible el Juego, imponiéndonos la disciplina necesaria para practicarlo; él es la criba que separa a los comprometidos de los oportunistas, a los amantes de la mujer de los carroñeros sexuales –aquellos que husmean allá donde van en busca de lo fácil y lo débil–, a los entusiastas luchadores de los anodinos apáticos.
No sé hasta qué punto es beneficioso alimentar demasiado un sentimiento de competitividad como este, pero es innegable que la comparación positiva hace las delicias del ego y lo obliga a esforzarse. Siempre que lo mantengamos bien atado con correa, sus impulsos pueden ayudarnos a llegar muy lejos.
Pues sí, amigos míos, el “miedo al abordaje” es como ese entrenador exigente sin cuya ayuda no habríamos llegado a superarnos y enfrentar nuestras limitaciones, aquel que no dejará de ponerte a prueba, inclemente con los mediocres, pero generoso con aquellos excepcionales a los que llama “amigo”. Sabed queridos lectores que os considero tipos excepcionales, porque os atrevéis a decir que “sí” en lugar de refugiaros en la negativa y dejar que todo sea más fácil, insulso, pero fácil.

La próxima vez que os descubráis a vosotros mismos deseando abordar a ese ser maravilloso que camina adornado por curvilíneos y exquisitos atributos incendiarios para vuestros espíritus, ignorante de vuestra presencia, con esos dos soles coloreados que tiene por ojos que se os antojan cada vez más cargados de una actitud distante y severa, habrá llegado el momento de elegir. Allí estará el “miedo al abordaje” para recordaros a qué grupo pertenecéis, al de sus admiradas amistades extraordinarias, o a aquellos a quienes mira por encima del hombro mientras reculan amedrentados ante su imponente presencia, incapaces de caminar a su lado… A estos, siempre les quedará Internet, y serán uno entre mil doscientos en dos meses.
No sé a vosotros, pero para mí, este sentimiento cobra muchísima fuerza.


Dedicado a todos aquellos que comparten conmigo el amor por el Juego, con sus cimas y sus valles inevitables.
Dedicado a ti, que caminas a mi lado ¡Que sepas que es un auténtico placer!


Fijaos en la chica de la ilustración. Es preciosa, ¿no es cierto? Una auténtica belleza de atractivo insoportable… ¡Y da auténtico pavor!
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