El Juego Interno lo es todo.
Autoestima, seguridad, visión positiva del mundo… De este conjunto bien enfocado puede extrapolarse un Marco auténtico capaz de transmitir, a través de una personalidad magnética y carismática, una realidad poderosa artífice de nuestros éxitos. Todo lo demás son detalles.
Creo firmemente que el mundo es reflejo directo de nuestra realidad interna, en el juego de marcos y el abrumador y a menudo desdeñado poder la intención. Así, mi visión de la seducción es muy filosófica y natural, aunque en mi estilo directo de propia configuración a menudo disfruto describiendo aspectos muy técnicos.

Para ser un poco más libre. Para cautivar al mundo y dejarse seducir por él.
Yo no soy un seductor. Sólo soy un tipo que ama a las mujeres…


miércoles, 22 de octubre de 2008

Chicas, chicas, chicas... Las Relaciones Estables Múltiples I

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CHICAS, CHICAS, CHICAS...
LAS RELACIONES ESTABLES MÚLTIPLES I


La primera vez que supe de esta modalidad de relación, la REM, fue leyendo la archiconocida historia que Neil Strauss nos narraba en El Método.
Hasta entonces, ni siquiera me había planteado que fuera admisible mantener más de una relación estable al mismo tiempo, disfrutando así las ventajas de un noviazgo sin limitar el estímulo de la novedad y el cultivo de las artes seductivas por la exclusividad. Por supuesto que no estaba pensando en las llamadas desde siempre “follamigas” por el argot castellano más libertino, cuyo único propósito de la relación es el disfrute recíproco de sesiones sexuales aisladas al más puro estilo consolador. No. Al parecer era una opción disfrutar de la conexión genuina e implicación que nos ofrece una novia –al menos hasta cierto punto– sin que nuestros escarceos amatorios quedasen vedados por el compromiso. Y a aquello lo llamaban REM o, al menos, esta fue la idea que me hice de lo que aquel término pretendía describir.
Un vislumbre demasiado atractivo para un amante de la mujer que, ilusionado, comenzaba a descubrir los secretos de la seducción. La promesa de un estilo de vida fascinante…

Con el desarrollo de mis habilidades, no tardé demasiado en aglutinar relaciones al tiempo que luchaba por consolidar nuevos cierres. Tuve un considerable número de REMs a lo largo de todo un año, llegando a contar con cuatro de ellas en el momento de mayor simultaneidad. De ellas aprendí mucho a todos los niveles y, hoy, puedo hacer esta reflexión como resultado de todo aquello.

Hace algunas semanas llamó mi atención la consulta que realizaba un muchacho, reciente descubridor de las Artes Venusianas. Este, sumergido en lo que parecía una sólida relación estable, se mostraba dubitativo ante la aparición en su vida de una mujer nueva con gran interés hacia él.
Aquel chico decía ser emocionalmente inestable y necesitar una mujer a su lado; debido a esto, se alejaría de su nueva pretendiente y permanecería con su actual pareja, a pesar de que la primera lo atraía y estimulaba mucho más. En sus propias palabras, “no quería arriesgarse”.
Rápidamente, acudieron a mi mente los nombres de un significativo número de viejos amigos de la infancia los cuales, atormentados por una exacerbada mentalidad de escasez y escasos de autoestima en las relaciones con mujeres, habían decidido “conformarse” con aquella que primero mostró en ellos cierto interés, sumergiéndose así de cabeza en una relación poco satisfactoria.
Pero lejos de pretender ver únicamente la viga en el ojo ajeno, confieso que, del mismo modo, pude recordar lo deprimente que habían resultado para mí los domingos, un día en el que acostumbraba a lamentar como la promesa del fin de semana se escapaba entre mis dedos al tiempo que la sombra amenazante del regreso a la rutina estudiantil me desanimaba considerablemente.
Aquellos días anhelaba profundamente la compañía femenina que no tenía y, pese a haberme preocupado ahora por invertir las tardes de domingo con las diversas REM que había tenido ocasión de procurarme, por aquel entonces seguía notando cierta sensación depresiva aunque distrajera mi mente con ellas… Suponía, y no me equivocaba, que de volver a enfrentarme a una de estas soledades dominicales, volvería a sentirme mal.
Habiendo podido solventar esto hoy en día, comprendí dónde radicaba exactamente el porqué de ese cambio tan higiénico a nivel interior.

Muchos hombres arriban la Comunidad queriendo llenar con mujeres –una o varias– un vacío en su autoestima.
Esto no es extraño ni reprochable, pues es un anhelo insaciable, la búsqueda de la autoestima y el deseo de grandeza e importancia, que forma parte innegable de la naturaleza humana –dicho sea de paso, aquel que logre desarrollar la destreza para regalar con suficiente tino este vacío en su prójimo, no tardará en convertirse en un carismático líder–. Sin embargo, es peligroso, pues esa sensación de bienestar no dependerá completamente de ellos y, como una droga de naturaleza egótica, cuando falte azotará nuestras psiques con la rabia de mil soles.
Del mismo modo y atendiendo un sentido práctico, el hecho de necesitar una mujer (o más de una), además de resultar lesivo a nivel interno, con el consiguiente riesgo de sufrir la ponzoña emocional, hace trizas el marco que da fuerza al seductor auténtico, aquel que se aleja de teatros y pantomimas para mostrar una realidad atractiva cultivada por él mismo.
¿Puede entonces una colección de REMs eliminar la mentalidad de escasez y dotarnos de la deseable “no necesidad”? Lo cierto es que sí, pero lo hará de modo transitorio y artificioso, sin procurarnos un cambio real a nivel interno y garantizando un bajón a la exaltación temporal que nos procura el harem que hemos confeccionado.
En realidad, la única manera de interiorizar verdaderamente la “no necesidad” no radica en conquistar muchas mujeres y demostrarnos a nosotros mismos que somos capaces, sino en aprender a no necesitar una mujer en nuestras vidas.

También he podido comprobar que las REM, por unos u otros motivos, rara vez duran demasiado. La naturaleza femenina las enfrenta bastante con el concepto de relación múltiple, puesto que siempre tenderán a desear un compromiso estable y exclusivo con el chico que ha logrado deslumbrarlas.
La perspectiva de compartirlo no está a la larga entre sus opciones y, más tarde o más temprano, se verán en la tesitura de exigir un compromiso total o, a su pesar, buscarlo apenadas en otra parte. Ellas desean un novio.
De hecho, lidiar con esa “fecha de caducidad” fue materia de reflexión para mí durante meses, y lograr ampliarla resulta de gestionar el correcto equilibrio entre rozar su corazón sin llegar a enamorarla del todo –de lo contrario, el drama y el temor al sufrimiento desembocarán en el fin de la relación–. Todavía recuerdo cuando, no hace demasiado tiempo, una chica se despedía de mí en el portal de su casa…
“Nunca te olvidaré” decía con los ojos humedecidos.
“Lo sé” respondí con una sonrisa conciliadora después de besar su mejilla.
Aquella, sensible e impresionable, decía estar enamorándose a pasos agigantados, y no soportaba la idea de que yo estuviera con otras mujeres. Drama… No me opuse pues, aunque valoraba la relación –de otro modo jamás la hubiera iniciado– tenía demasiadas REM y empezaban a desbordarme. Lo cierto es que, al menos para mí, resulta en extremo difícil mantener más de dos relaciones estables múltiples buenas y satisfactorias de manera simultánea, con el nivel de implicación que deseo ofrecer y recibir de forma recíproca.

En cualquier caso, no llegar a tenerte del todo actúa, durante algún tiempo, como un potente incentivo para una mujer, motivada a luchar por lo que considera un deseable reto.
Lo cierto es que las REM dan congruencia a un particular estilo de vida, uno que muchos de nosotros abrazamos. Adoro a la mujer y deseo profundizar a nivel sentimental con ella, no podría ser para mí de otro modo –sinceramente, el cariño anónimo y el sexo impersonal a largo tiempo que empezaron a resultarme bastante insulsos–, sin embargo, no advierto que este sea el momento de iniciar una relación exclusiva. Curiosa dicotomía que, en ocasiones, me lleva a pensar que la perspectiva de la REM ha logrado atraparme por completo en la forma de vida que implica. Siempre trato de tomar la precaución de observar para que los árboles no me impidan ver el bosque.

En síntesis. Antes he mencionado que la mentalidad de escasez, así como la necesidad de relaciones, no se superan verdaderamente a través de la acumulación de REMs.
Las relaciones estables múltiples deben existir para el disfrute incondicional de las mismas, no como placebo de seguridad y confianza en uno mismo. Si, por el contrario, insistimos en delegar sobre ellas tales aspectos de nuestro Juego Interno, estos no dependerán de nosotros y, por tanto, transformarán esta clase de relaciones varias en una irremediable urgencia.
La ansiedad y el miedo a la pérdida siempre van de la mano de la necesidad. Por tanto, para ser capaces de regocijarnos genuina y auténticamente en nuestras relaciones estables múltiples sin convertirlas en partes fundamentales de nuestra identidad con el estilo de vida del envidiable playboy, resulta fundamental no utilizarlas como parches que cubran esas perniciosas oquedades en nuestra autoestima ni alimenten la sensación de autoadoración. Permíteme repetir el que considero mensaje de importancia mayúscula a este respecto: En realidad, la única manera de interiorizar verdaderamente la “no necesidad” no radica en conquistar muchas mujeres y demostrarnos a nosotros mismos que somos capaces, sino en aprender a no necesitar una mujer en nuestras vidas.
Claro, resulta sencillo decirlo –pensaréis– pero Henky, ¿cómo diablos se logra?
En mi experiencia, diría que primero es necesario tenerlas, obtener varias relaciones estables múltiples y profundizar en ellas.
A continuación, podemos tomar un poco de perspectiva y observar cómo estas REM afectan a nuestras psiques y, más concretamente, a nuestro Juego Interno. Tratemos de ser lo más desapasionado posible; en mi caso concreto, contar con el cariño absoluto e incondicional de varias chicas de alta puntuación, cincelados cuerpos curvilíneos y personalidad fascinante a la par que para mí cautivadora, tuvo como efecto el consiguiente implemento de no necesidad y un considerable freno a mis interacciones con mujeres desconocidas, principalmente por un aumento aún mayor de mis ya de por sí hinchadas exigencias. En muchas ocasiones, incluso llegué a plantearme el posible inicio de una RE (por otra parte, hoy por hoy pienso que, una REM que jamás hace que te plantees la posible relación exclusiva, aunque sea un poco, no merece demasiado la pena).
Para no hacer mis estados de autoestima dependientes de ninguna chica, yo utilizo una sencilla técnica (advertencia: pese a contar con un magnífico autoconcepto y un Juego Interno envidiable, las espléndidas sensaciones y momentos que obtenemos de compartir tiempo con una REM satisfactoria acrecentará, aún sin darnos cuenta, estos aspectos interiores pudiendo lograr que nos acomodemos. Es como si tuviéramos unas piernas muy fuertes capaces de mantenernos en pie durante largo tiempo, a pesar de los impedimentos externos; entonces, recibimos una sólida mesa y decidimos apoyarnos en ella para estar más cómodos y disfrutar del momento. Si repentinamente nos quitaran dicha superficie, pese a seguir contando con unos potentísimos cuartos traseros, caeríamos o, como mínimo, nos tambalearíamos, salvo que tomáramos la precaución de estar atentos a nuestra estabilidad).
Siempre que me despido de una chica, ya sea una relación estable múltiple (por muy segura y hasta cierto punto formalizada que esta pueda parecer) o una mujer a la que esté tratando de seducir y conquistar, lo hago pensando que no voy a volver a verla nunca más. Esto no solo me sitúa internamente en una posición ventajosa de no expectativa, sino que además contribuye, si se hace bien y con sinceridad (impidiendo que nuestra mente urda planes y experiencias futuras con esa chica en particular), a evitar la comisión de nuestros pilares internos en las relaciones externas.
En cualquier caso, reconozco que, en ocasiones, puede ser difícil poner en marcha esta técnica. Especialmente cuando la implicación emocional aumenta, durante los buenos momentos…

Continuará…

miércoles, 15 de octubre de 2008

¿Por qué escribo?

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¿POR QUÉ ESCRIBO?
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En última instancia, lo que todos deseamos es ser felices.
Es precisamente este anhelo el que nos guía hacia cualquier proyecto, como lo es el caso de la seducción y las artes sociales. Así, mucha gente se adentra en este apasionante mundillo en pos de aquella, la felicidad o realización, aunque aparezca disfrazada de éxito con las mujeres por pretensión de nuestros egos.

No obstante, debemos ser conscientes de que las Artes Venusianas NO van a procurarnos la felicidad, al menos no por mucho tiempo.
El sargeo no va a definirnos ni a salvarnos, y únicamente nos hará más felices actuando como el catalizador que llevó un día nuestra atención a velar por nuestro Juego Interno, la autoestima y la mejora interior, una vez superada y dejada atrás aquella etapa inicial de amor por las técnicas dogmáticas y el material enlatado por la que todos pasamos al principio.
Solo cuando comprendamos que la seducción no es un vehículo para nuestra realización, podremos disfrutar verdaderamente de ella como actividad maravillosa que es en sí misma, aquella que nos acerca a los demás y nos permite disfrutar de ELLAS y su cariño tierno e incondicional, ellas, criaturas maravillosas de naturaleza embriagadora que iluminan nuestro mundo y lo llenan de color.
Podría extenderme mucho sobre este asunto, el propósito del seductor, que constituye el primer y más importante capítulo de mi ensayo, pero no es esa la intención de este artículo.

No soy escritor, y aunque disfruto mucho con dicha actividad, las diversas ocupaciones cotidianas hacen que mis proyectos se ralenticen más de lo que quisiera.
Así, actualmente doy forma a dos bocetos. Uno de ellos es La Rueda de Henky: El Arte de la Cualificación, un texto a través del cual describo todos aquellos aspectos que, a mi modo de ver, nos convierten en eficaces seductores, desde las Distorsiones Internas de mayor toxicidad hasta los aspectos más técnicos que dan nombre a mi protocolo de Juego, pasando por la personalidad, el juego de marcos, y un considerable etc..
Cuando redacto, todo lo que se encuentra revoloteando inquieto en mi cabeza alborotada se deposita, ordenado y fácilmente accesible, en esa biblioteca de proporciones colosales que es nuestro cerebro. Esto me permite plasmar y dar forma a todas mis reflexiones, ideas y herramientas, que dejan de ser nebulosas imprecisas tornándose tangibles y fácilmente aplicables, para así poder repasarlas, reconceptualizarlas, adaptarlas y optimizarlas en combinación sinérgica, con el propósito final de aprehenderlas además de aprenderlas.
Como seductor, necesitas elaborar y refinar tu propio estilo; muchos de vosotros ya lo habéis hecho, dotando de particular eficacia vuestras destrezas. Es a través de la práctica como desarrollamos esa metodología personal, creando y definiendo nuestras propias técnicas y nociones, reglando unas y desechando otras. Esta y no otra es la meta de tanta praxis.
Os recomiendo, si disfrutáis plasmando en palabras vuestras propias instrucciones a través de la escritura, la elaboración de un manual de seducción y habilidades sociales vuestro. Contribuirá a aclarar vuestras ideas, ofreciéndoos perspectiva y retrospectiva, así como la posibilidad de compartirlas con vuestros allegados.
Creo que es la mejor forma de aprender de uno mismo.

El segundo ensayo al que dedico mis esfuerzos no está tan íntimamente ligado a la seducción, sino a todas las cosas: seguridad, alegría, autoestima, visión positiva del mundo, motivación… Lo que en nuestro argot particular llamamos Juego Interno, lo más importante para la vida.
Fue a través del cultivo de las Artes Venusianas que desvié mi atención hacia estos menesteres, confiriéndolos una importancia mayúscula e indisociable de cualquier éxito duradero. En realidad, todas las consultas y problemas que leo en la Comunidad podrían solventarse únicamente implementando el Juego Interno; lamentablemente, acostumbramos a buscar primero la solución en la forma, sorprendiéndonos a nosotros mismos cuando se repiten los viejos errores y cunde la desesperanza. A menudo el problema es de base, sustentado en un concepto interno erróneo; para evitar el quebradero de cabeza condicionante, debemos atacar la raíz de nuestro fuero interno.
Como en el caso de mi tratado específico sobre seducción, La Rueda de Henky: El Arte de la Cualificación, mi intención a través de este texto es adaptar y reconceptualizar todas mis técnicas y nociones sobre Juego Interno, algunas de ellas muy filosóficas y espirituales, con una finalidad práctica que sirva como matriz cristalina y sana capaz de albergar nuestras aspiraciones y especulaciones. Sin embargo, Dale Carnegie me enseñó a afrontar la vida en “compartimentos estancos”, centrándome en los menesteres inmediatos y no en proyectos futuros desmedidos, para no verme abrumado y paralizado. Paso a paso con cada cosa… Terminadas mis redacciones sobre seducción (que ya están muy avanzadas), daré forma definitiva a El Juego Interior, en honor al cual bauticé este blog. No tengo ninguna intención de distribuirlos, como ya he dicho, únicamente los elaboro para aprender de mí mismo y trabajar e interiorizar mis propias técnicas y creencias (sin embargo, es inevitable que parte del contenido de ambos vaya colándose a través de esta bitácora).

Sobre Dale Carnegie, me veo en la obligación moral de recomendar a todo ser humano la lectura de sus obras. Resulta tremendamente práctico, y la forma en que transmite sus enseñanzas, doblemente eficaz de cara a la asimilación de las diversas reglas que acostumbra a proponer. Además, su lectura es francamente entretenida.

El motivo de que me decidiera a poner en marcha este blog, abierto para todos vosotros hace apenas una semana, es evitar centrarme únicamente en mis ensayos y poder analizar aspectos de la Comunidad actual y las ideas que me asaltan y sobrevienen en un arrebato de inspiración.
Quiero que este sea mi vínculo con todos vosotros, especialmente ahora que los foros se encuentran de capa caída.
Creo firmemente que todos estamos conectados a nivel esencial, idea que supone un pilar básico a la hora de configurar las técnicas que compondrán El Juego Interior. Así, cuando crezco y comparto ayudo a crecer, todo es un enorme feedback cuando somos verdaderamente recíprocos. Pese a todo, sería hipócrita pretender parecer más altruista de lo que soy. Sin ir más lejos, este artículo es ejemplo de que quizás no pueda evitar ser en ocasiones algo egocentrista, ¡qué para eso es mi blog!
Plasmaré aquí, por tanto, las perspectivas que me surjan al margen del material que tengo en desarrollo, con la doble finalidad de aglutinar así los diferentes artículos que voy pariendo, y de la misma manera digerir mis propias ideas a la vez que contribuyo a motivar e inspirar a otros, a través de retrospectivas propias.

No todo acaba aquí. También me he sumado a un proyecto de coach incentivado por amigos a los que considero entre los más grandes seductores del panorama nacional… Pronto oiréis hablar de esta iniciativa.

Espero que disfrutéis del blog
Un fuerte abrazo

miércoles, 8 de octubre de 2008

Sedúcete a tí mismo y Déjate seducir

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SEDÚCETE A TÍ MISMO Y DÉJATE SEDUCIR


Creo que esta frase resume bastante bien mi manera de entender el proceso seductivo y, de alguna manera, acabó por convertirse en una máxima para mí.

Cuando era pequeño quedó grabado en mi mente el diálogo que dos personajes mantenían en una curiosa escena, perteneciente a una serie fantástica cuyo nombre soy incapaz de recordar. Se trataba de un bardo inexperto que, frustrado, hablaba a otro de mayor experiencia sobre la incapacidad que sentía de cara a cautivar al público con sus historias e interpretación. El más sabio, una mujer joven y hermosa, contestó al novicio que, para gustar, primero debía gustarse a sí mismo. De otro modo, sería imposible agradar a nadie.

Aún enmarcado en un contexto perteneciente a un cuento infantil, nadie podría negar la verdad que encierran estas palabras.

Muchos sargeadores iniciados acuden a los grupos de mujeres con la esperanza de seducirlas. Aún cuando enfoquen esta práctica como un mero entrenamiento, desean descubrir qué deben decir o hacer para cautivar a una chica y, a continuación, adaptarse a ello. A mi modo de ver, es aquí donde se manifiesta el error de planteamiento, puesto que pretender encandilar a otro a menudo desemboca en incertidumbre, incomodidad y toda esa colección de sensaciones desagradables vinculadas a la expectativa.
Es preciso disfrutar de la práctica seductiva, de otro modo, puedes acabar convirtiendo en un tormento una actividad que debería ser concebida como un auténtico placer a todos los niveles, aquella que enriquece tu vida con emociones y anécdotas dignas de recordar ¿Cómo lograr esto si lo que quieres es seducir a otra persona? Este concepto se traduce en nuestro fuero interno, aún cuando no nos demos cuenta, como buscar la aceptación de una chica, aquella a la que se desea seducir.

Si acudes a una mujer con la única intención de seducirla, tendrás importantes probabilidades de fracaso.
En lugar de eso, dejando un momento al margen el juego de marcos, es fundamental SEDUCIRSE A UNO MISMO cuando seducimos. Así, debemos ser nosotros los primeros que queden fascinados por el contenido de nuestras palabras, que vibren.
Si te seduces a ti mismo, transmitirás adictivos cebos emocionales y tu relato resultará fascinante; por el contrario, si la conversación es insulsa, cualquier chica preferirá alejarse de las insípidas crónicas que le ofrece ese desconocido el cual, secretamente, trata de tantear un mejor camino o temática para alcanzar su corazón.
Precisamente, haremos bien en recurrir siempre a contenidos que nos involucren -a nosotros, a ella o a ambos- y que realmente te deslumbren, sobre las que puedas transmitir un sentimiento, pues es básico y fundamental comunicar emociones en una conversación para conducir a tu interlocutora a ese estado en el que es el corazón quien gobierna y no el cerebro.

Al mismo tiempo, DÉJATE SEDUCIR por las características de esa chica, aquellas que la hacen diferente y excepcional, para mostrar un aprecio sincero y genuino por ella… Sí, estoy hablando del Arte de la Cualificación, el pilar básico de mi estrategia personal de Juego.
Permite que sea ella quien te cautive con sus particularidades, dejando volar tu lado más filántropo, en lugar de tratar de cautivarla tú y preguntarte cuál sería la mejor forma de lograrlo. Déjate conquistar por las distintas facetas que componen la personalidad de esa maravillosa criatura que tienes delante, aquellas que a menudo son ignoradas por un hambriento colectivo masculino incapaz de ver más allá de sus curvas y redondeces.

Deléitate a ti mismo a lo largo de cualquier interacción y tu embelesamiento tendrá su reflejo en ella. Será la naturaleza femenina, empática por naturaleza, la que las lleve a libar de esa fuente de fascinación conectada a una realidad tan rica.
En lugar de albergar la intención de sugestionar a quienes te rodean, prueba a liberarte de esa expectativa y disfruta dejándote seducir y seduciéndote a ti mismo.

El mundo es un reflejo de nuestra realidad interna. La mejor manera de seducir a una chica es disfrutar seduciéndose uno mismo.


No creo ser capaz de concebir una chica más atractiva que la que aparece en la foto
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